CON LA AYUDA DE DIOS Y EL SANTO DEL DIA.-

-Fotografia tomada en Vilariño no ano 1980 por Tom Van Vilet-
AO PÉ DO FARELO. (CON LA AYUDA DE DIOS Y EL SANTO DEL DIA)........... La frágil línea imaginaria e invisible entre la razón y la superstición nos mantiene a uno u otro lado inconscientemente, como en un acto reflejo de nuestra naturaleza mortal, aunque la cruzamos sin reflexionar ni reparar en ello en multitud de ocasiones. Intuir que si hay algo malo a nuestro alrededor que nos puede afectar si hacemos esto o lo otro, condiciona nuestra respuesta exterior y comportamiento interior ante un acontecimiento incierto, porque sentimos que puede suceder algo que nos va a afectar negativamente y si ello es posible que nos ocurra porque tiene alguna posibilidad por insignificante que sea, albergamos la superstición de que así será, es decir que si algo malo nos puede afectar, sin duda nos afectará y nos dañará inevitablemente salvo que adoptemos alguna medida de protección. Aunque este parapeto sea pseudo espiritual, lo sentiremos como un mágico escudo protector que se materializará en fantásticas formulas, letanías, pócimas o bálsamos de fierabrás, ritos todos tan irreales como fantasmagóricos, pero que otorgan tranquilidad a nuestro maltrecho espíritu.
Persignarse al salir de casa, tocar varias veces un objeto como su fuera un tótem, bendecir cosas y sitios, entrar a un lugar con el pie derecho, no pisar nunca las rayas o intersecciones entre adoquines o baldosas, como nos enseñaba la canción infantil ya desde niños; quien pisa raya pisa medalla, quien pisa cruz, pisa al niño Jesús, y toda una interminable lista de ritos que se supone nos protegen de extraños y desconocidos males. Tenemos una ristra inmensa de extrañas supersticiones y creencias carentes del más mínimo rigor científico, posiblemente restos o reminiscencias de nuestro terrible pasado cavernario, expuestos y en continua lucha contra lo desconocido y los fenómenos naturales incontrolados y que no podíamos comprender; la oscuridad, el fuego, las estaciones, la enfermedad y la muerte en definitiva, porque es definitiva e invencible por mucho que el hombre luche, luchara y siga en guerra declarada y abierta contra ella.
El famoso dualismo tótem y tabú del ser humano al que se refería Sigmund Freud en sus estudios de antropología y psiquiatría de los que dependemos y seguimos buscando para que bajo su amparo nos sintamos más seguros y tranquilos. Con la ayuda de Dios y el santo del día, un padre nuestro y un Ave María…. Angel Utrera

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