EMPARDECIDA LUZ.

Tristeza de otoño, calles mojadas adoquines cargados de historias de putas viejas, borracheras de solitarios, y beatas de aldea, que pasan a la salida de la iglesia, o del cementerio de despedirse de sus recuerdos, buscando el refugio de sus huertos en forma de hogar que huele a rancio, añejo olor de coliflor hervida, de bacalao o puerros.

Obtusa tarde, de pasado, preñada de futuros intermitentes que no nos dicen nada. La música del silencio, la poesía del viento, la mirada extraviada detrás de la ventana, perdido en mi presente, mientras pienso agazapado detrás de los visillos del tiempo, observo, espío, la calle frente a mi la observo, con los ojos del silencio.







Un perro olisqueando el viejo tronco del sauce enfermo de `polución y falta de riego y deja su olor en forma de orina marcando territorio. Un anciano distraído, frenazo del autobús que yo cogía para matar el tiempo entre bocinas desentonadas, conversaciones distorsionadas por el ruido, ventanillas empañada y sucias sobre la que apoyaba mi cabeza viendo llover. Una pareja discute, sin despedirse se dan la espalda, ella se gira como sin querer y mira como él se aleja entonces echa a correr tras él, quizás lo alcance y sellen su reconciliación con un beso apasionado. 

Un niño y su pelota de plástico. Zapatos de gorila para mojar los pies, pantalón corto y mochila botando despreocupado sus sueños sobre el asfalto. Chirriar de una verja, la tarde que deja paso al velo de la noche, cierre de cualquier comercio. 

Una señora generosa en carnes, baja de estatura, casi enana, de edad incierta, ni guapa ni fea, indiferente, invisible, traslucida, inexistente salvo para su marido, tal vez lo tenga, o no, o sea viuda, o nunca conoció varón, o tiene tres hijos, dos niños y una niña, el mayor ya casado los otros, tal vez uno mecánico, y la otra dependienta, o empleada de hogar. Y aquí sigo atosigado, confuso, maltrecho, atormentado, perdido en mi interior sin salida al laberinto de mi existencia desconocida mientras contra los cristales de mi balcón, un moscardón verde intenso se da de cabeza en un vano intento de lograr la libertad.
 Para que buscar lo que no es cierto, empardecida luz?.    

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