DE PANTALONES Y BRAGUETAS.



DE PANTALONES Y BRAGUETAS.

A lo largo y ancho de la historia de la humanidad, desde que Adán y Eva, supuestamente nuestros primeros padres, que andaban en porretas todo el día y tan panchos, fueron expulsados del paraíso terrenal y empezaron a tapar sus vergüenzas con unas gigantes hojas de parra, tal y como los más renombrados pintores  de la escuela Flamenca se empeñaron una y otra vez en demostrarnos en sus lienzos, la vestimenta de hombres y mujeres ha sufrido poderosas y sorprendentes transformaciones, algunas de ellas escandalosas, sin duda, tan solo hay que recordar que las mujeres alcanzaron el derecho a vestirse con pantalones, como quien dice, ayer mismo, ya que no lo pudieron hacer hasta bien entrado el siglo XIX, aunque tenemos que reconocer que fue el uso del conocido como pantalón bombacho, inspirado en los típicos pantalones Turcos, los primeros usados por las mujeres para montar a caballo no a la mujeriega, o en bicicleta.




Yo mismo aún puedo recordar de mi infancia estampas de mujeres sentadas sobre la parte trasera de aquellas  motos, las "Vespas", familiares. Con las faldas tapándoles hasta  mas abajo de la rodilla, por supuesto sentadas a la mujeriega, tal y como dictaban las buenas costumbres y la moral nacional católica del régimen.

Montar a caballo, tenía que resultar un suplicio para las amazonas que se veían obligadas a la falda y la silla de montar a la mujeriega, especial con una pierna ladeada, y  todo porque se les exigía guardar y preservar su feminidad y resultaba indecoroso verlas montar a horcajadas, con las piernas abiertas  ya que ello podía dañar gravemente su virginidad., que podía resultar comprometida con los saltos y traqueteos del caballo sobre su sexo, aunque en el fondo subyace la idea machista de que al golpear su sexo sobre la silla, con el trote del caballo, pudieran excitarse y incluso llegar al orgasmo.



Lo mismo podríamos decir para el uso de  la bicicleta, al sentarse sobre el sillín de la bici por el roce de este y su sexo.
Mentes calenturientas y pervertidas, siempre velando por el bienestar de las mujeres, la de aquellos hombres, aunque no se si habrémos cambiado mucho, a pesar de todos los pesares, de la lucha incansable de la mujer por sus derechos y de la supuesta modernidad que nos ha tocado vivir.




 Recordemos ahora como en varias ciudades de los Estados Unidos de América de las mas importantes por cierto; San Francisco, Columbus, Ohio, Chicago o Houston, entre otras, tenían aprobadas leyes que prohibían el uso de pantalones a las mujeres, en algunos casos en vigor hasta la segunda mitad del siglo XX.




En España aunque los primeros escarceos con la falda pantalón se producen en 1911, tras la guerra civil, se produce un claro retroceso en razón del papel que el régimen franquista y su brazo armado, la iglesia, le reservan a la mujer, como madre y esposa, femenina, casta, pura y virginal.

Pero aunque el pantalón fuera casi santo y seña de la masculinidad, la realidad es que según la época de la historia en que nos encontremos estos respondían a los caprichos de la moda y sus gustos, aunque en ocasiones y vistos desde la distancia del tiempo nos puedan parecer ridículos.













En los lejanos tiempos de los grandes imperios; Egipto, Esparta, Grecia, Roma  entre otros, la vestimenta habitual en los hombres era la túnica,por debajo de la cual normalmente no se llevaba nada.






Posteriormente ya en el Medievo, encontramos que las vestimentas masculinas eran amplias, holgadas con grandes blusas o sayo  y calzas que se sujetaban a la cintura con algún tipo de correa, este tipo de vestimenta permitía que los atributos de la  masculinidad quedaran ocultos y desdibujados entre los pliegues suficientemente amplias de la ropa.

Con el transcurrir de los tiempos se produce una autentica revolución cuando se introducen las apretadas calzas, que marcan y realzan impúdicamente el  sexo masculino escandalizando en primera instancia a la buena sociedad,  que con el paso del tiempo y la fuerza de los jóvenes se acostumbra a esta nueva moda y acaba por  aceptar de buen grado esta provocativa forma de vestir en la que el "paquete", no solo se marca, sino que se realza.





Será ya durante el siglo XIV, cuando los jóvenes provocan el escándalo de sus mayores al sustituir el tradicional perpunte por jaquetas cortas al tiempo que cubren las piernas embutiéndolas en ajustadas calzas abiertas en el centro, sobre el que se cose un triangulo que tapa las partes intimas de los hombres, que de otro modo quedarían al descubierto.
Lo ajustado de estas prendas dificultaba enormemente las funciones fisiológicas del hombre, además de generar  problemas higiénicos.
Por otro lado la inexistencia de nuestros típicos bolsillos en el atuendo medieval  complicaba dónde llevar, el pañuelo, o el dinero, entre otras menudencias usuales de la gente.


 Los sastres del momento buscando una solución al tema  crean ya a mediados del  siglo XV una especie de saquito de tela gruesa forrada, que a modo de bolsa quedaba sujeto a la parte superior de la braga mediante botones o herretes que ideado como un  receptáculo pequeño se  guardaba en la parte alta de las calzas también conocida como braga,  de ahí que a esta bolsa se le empezara a conocer como "Bragueta".



Aquel bolsillo espacioso podía albergar en su interior dos cosas: las partes pudendas, la masculinidad e asimismo la presencia de algún objeto menudo, como el pañuelo. Aunque es fácil suponer que  estos debían oler a rayos, y que la higiene brillaría por su ausencia.
Además este nuevo invento permitía más fácil acceso a al sexo del hombre a la hora de tener que realizar la micción, sin necesidad de bajar las calzas, por lo que tuvo un enorme éxito y rápida implantación en la ropa masculina.
Podemos suponer y seguro que no nos equivocamos que algunos caballeros de la época, utilizarían esta nueva bragueta para presumir de virilidad y atributos, incluso introduciéndose y colocando adecuadamente, manzanas  y zanahorias, a modo de genitales y pene, con los que pavonearse en sus galanterías ante las damas, a las que no pasaría desapercibido la generosidad y tamaño de aquellos atributos masculinos de su galán, no sabemos qué pasaría mas tarde a la hora de la verdad, pero podemos imaginar la decepción de algunas de ellas al descubrir el engaño, quien sabe.

Así en esta primera mitad del XVI una bragueta prominente es el no va más.
 El tamaño, como siempre, sí importa.
La gente mayor recrimina a los jóvenes la excesiva dimensión, y hay quienes se burlan de tal excentricidad, pero la vanidad puede con todo y la masculinidad como siempre es la bandera del hombre desde que abandonó las cavernas.



Sabemos al respecto que incluso en alguna corte como la de Francisco I de Francia se mandó redactar leyes de etiqueta cortesana que tildaban de indecoroso y punible observar las braguetas de los nobles y cortesanos siempre tan abultada, “marcando paquete”, en la mayoría de los casos de manera artificial para halagar su vanidad,  por lo que se condenaba el artificio y a quien lo pusiera en práctica.
La duda, se me ocurre a mí, es como llegarían a descubrir y denunciar el engaño, tal vez las denuncias partían de las damas y cortesanas de la corte, al sentirse frustradas y desengañadas al comprobar el tamaño real de aquello, en sus galanes.








Aunque inicialmente naciera como bolsillo, al decaer su uso como tal  la bragueta se hizo más pequeña y comenzó a utilizarse como  hasta ahora, más o menos como ha llegado hasta nuestros días, primeramente con botones y posteriormente con cremallera pero con la finalidad de poder sacar el miembro masculino a la hora de orinar, aunque evidentemente conserve otras funciones  de todos conocidas.
 Sería en el siglo XIX, aproximadamente entre 1830 y 184o, cuando se populariza en el nuevo pantalón, ya no tan ajustado a la pierna, sino algo más suelto con su típica apertura en vertical, la bragueta y su portañuela.
Así y todo, su origen dista mucho del resultado final que hoy en día conocemos, si bien  es cierto que al principio fue una parte  frontal y sobresaliente de las calzas de los hombres, en ese lugar tan estratégico como especial que pasaba en un tris tras de la holgura a la expansión que hacía que pareciera a punto de estallar, en función de los deseos del caballero de turno, que era incapaz de controlar los caprichos de su miembro.


Como curiosidad, destacamos que en el caso de los caballeros andantes y sus férreas armaduras la bragueta era como un estuche de hierro sobresaliente entre las piernas del guerrero, y  acolchado  en su interior, para mejor acomodo de su masculinidad.

En nuestro País, por aquello de que Spain is different, y ya lo era antes, la introducción de la moda de los calzones ajustados llegada desde Francia en el siglo XVIII, con la consabida y abultada bragueta contó con la furia de la Santa Madre Iglesia, y su abandera Inquisición que llegó a anunciar castigos y ex comunión mediante la colocación de  edictos en las puerta de las iglesias, no solo a los caballeros que se atrevieran a usar tales calzas, sino también a cualquier sastre que los confeccionara, al considerarlos inmorales y gravemente peligrosos para las buenas costumbres y la castidad, con aquellos abultamientos tan procaces.
Me da la sensación que poco hemos avanzado desde aquella.
Para saber mas y conocer en detalle sobre el tema, aconsejo consultar los blogs de;



Historia de la bragueta(Curiosfera).- 

LA BRAGUETA (BREVE HISTORIA DE LA APARICIÓN DE LA BRAGUETA)


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