MARCO POLO Y LOS ENIGMAS DEL LIBRO DE LAS MARAVILLAS.

En el Libro de las Maravillas de Marco Polo, este incansable viajero nos da cuenta de la historia de la toma de la rica ciudad de Baudac donde tenía su gobierno el principal sarraceno del mundo, de nombre Califa. Se dice que era tan inmenso su tesoro que para guardarlo necesitaba toda una torre de su palacio a cuyo interior tan solo él tenía acceso y permanecía fuertemente custodiado por fieros guardianes, tal era su codicia y la avaricia que lo poseía, así como el temor de que alguien pudiera robarlo.
Hacia el año 1255 desde el nacimiento de Cristo, el gran Señor de los Tártaros con un formidable ejercito marcha contra la ciudad de Baudac en la que se calcula había más de cien mil jinetes y muchos más guerreros de a pie que lejos de presentar batalla para su defensa la rinden ante el asedio a que es sometida. Una vez que la conquistan y entran los invasores en sus murallas se dirigen al palacio de Califa al que convocan ante el propio Ulau, rey de los victoriosos tártaros que exige al derrotado le muestre sus tesoros.
Cuando Ulau accede a la torre queda maravillado y sorprendido del tesoro allí almacenado; una incalculable cantidad de oro, piedras preciosas, joyas de enorme valor y en tal cantidad que el acceso a la torre donde se custodiaba resultaba sumamente dificultoso llegando prácticamente hasta el techo de aquella torre. Así sorprendido el gran señor de los tártaros interroga al Califa de esta forma: -¿Califa con tan grandes tesoros y en tal cantidad, porque nos has empleado una parte de tus tesoros en pagar a tus caballeros y soldados para que defendieran la ciudad de nuestro ataque, cuando además nos superaban en número y armas y podían haber alcanzado la victoria contra nuestras huestes, pero equipadas y menos numerosas?.
Tan solo tenías que emplear una pequeña parte de este tesoro para pagarles, y te habrías salvado tú y tu ciudad. Mírate ahora, cautivo y derrotado, tan grande es tu codicia, tan enorme tu avaricia y tu necedad que has preferido que conquistemos la ciudad y sus palacios, antes que repartir una mínima parte de estas riquezas almacenadas inútilmente.
Pues bien, siendo esto así, ordeno que seas encerrado de por vida en esta misma torre con tus tesoros y que seas privado de cualquier alimento y agua, a ver si estas riquezas son capaces de alimentar tu cuerpo, come y aliméntate de ellas si es que puedes. Así fue como el Califa fue hecho prisionero y encerrado en la torre de sus tesoros donde murió de hambre y sed días más tarde, pero eso sí, inmensamente rico y rodeado de su fortuna.

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