BUENOS AIRES (ARGENTINA). TAN CERCA,TAN LEJOS.....

BUENOS AIRES, Tan cerca pero tan lejos. Buenos Aires podría ser considerada, tal vez, sin temor a equivocarnos ni exagerar, como una de esas coquetas sorpresas que recibe el viajero y atesora con la impronta de lo nuevo y desconocido y desde ya guarda para si en un rincón de sus más queridas experiencias. Cosmopolita, eterna y ciudad moderna y abierta, Buenos Aires acoge al visitante en sus grandes a venidas y arterias vitales preñadas de jardines y esculturas que recuerdan a los que se fueron antes que nosotros.
La vida palpita y se agita inquebrantable al ritmo frenético de sístole y diástole desde el corazón de Plaza de Mayo, avenida de mayo, nueve de Julio, Obelisco, Congreso, Ribadavia, buscando desparramarse en caótica circulación de idas y venidas, hasta el barrio de Boca, Palermo, o Puerto Madero y la Recoleta, por decir algo. Recorremos cuadras, barrios, calles, plazas, avenidas y siempre árboles y estatuas monumentales que nos hablan de otros tiempos, en los que se mezclaban gentes, lenguas, pueblos llegados quien sabe de dónde; españoles, italianos, judíos, polacos.... siglos de colonización, años de integración, emigración y acogida de hombres y mujeres, gentes que huían del hambre, del odio y de la muerte y llegaban en busca de una vida mejor, una oportunidad un sueño, una esperanza. Buenos Aires está marcada a sangre y fuego por la historia de todos ellos y su pasado desde aquellos tiempos de barcos de madera y velas de trapo, las carabelas, en las que se embarcaban aquellos conocidos como “conquistadores”, que a la postre resultaron conquistados por la belleza y el hechizo de esta tierra desconocida, el nuevo mundo que siglos más tarde abriría los brazos a los republicanos Españoles, que en desbandada huían de la represión y que nunca se sintieron extraños, porque cuando se comparte la misma lengua y las costumbres el camino es menos duro, menos largo, menos cuesta arriba.
Buenos Aires de Plazas y avenidas en las que el viajero se pierde, para encontrar algo nuevo y diferente cada vez, entrañable y bello. Pasos y pasos, derecha, izquierda, adelante, atrás, como en el tango, baile que embruja por su sangre caliente, por su hechizo mágico de giros y escorzos imposibles de cuerpos, miradas, susurros, y manos que abrazan y acarician al ritmo de la música, mientras te pierdes entre las casas de madera pintadas de colores, antiguas moradas de los que llegaban sin nada allende los mares buscándose la vida;” Caminito”. Sin duda sin principio ni fin, y sin destino, aunque muchas fueron los que aquí tuvieron su principio, en el populoso y popular barrio de Boca. Buenos Aires de libertadores y banderas en azul y blanco, con sol de oro, de libertadores y padres de la patria como San Martin y Sarmiento, de recuerdos imborrables en tumbas del cementerio de la Recoleta que son monumentos, cultivo al orgullo de los vivos y recuerdo y homenaje de los muertos; Edita Perón, Raúl Alfonsín, Bioy Casares o Luis Federico Leloir, tantos y tantos otros que aquí tienen su lugar definitiva morada eterna historia pasada y presente histórico. Y te cuentan de gentes que cuando embarcaban para Europa, para pasar el invierno Austral, llevaban su propia vaca para tener leche fresca durante el viaje. Y escuchas las anécdotas de aquel premio nobel de medicina, el único argentino, que compartió su premio a partes iguales con sus ayudantes…troceando el cheque en cachitos de nada. Genio y figura de un hombre honesto y fiel a sus principios, que vivía por y para su trabajo.
Buenos Aires es su Puerto madero reconvertido, de viejos almacenes de ladrillo, fábrica de los ingleses que recuerda enormemente las construcciones a orillas del Támesis londinense, y ahora transformados en restaurantes, y locales de ocio y alterne, ambientazo bajo la inmensa sombra de cristal y acero de sus rascacielos, y el moderno puente sobre uno de los brazos del río de la plata, obra de Calatrava. Por cierto, que ochenta quilómetros de río separan Uruguay de Argentina, en la desembocadura del río de la plata, bajo la inmensa columna de piedra que soporta la estatua de Cristobal Colón (curiosamente encontramos aquí la estatua más grande e imponente del descubridor del nuevo continente que nunca antes habíamos visto ), agua antes cristalina y ahora barrienta porque las talas de la selva provocan el aluvión de barro cuando llueve.
Buenos Aires son sus barrios agrupados por etnias o grupos de población; Los judíos del textil, los bazares de los chinos, los bares, tascas y restaurantes de Italianos y Españoles, y de entre ellos sobreviven y son un orgullos inolvidable las casas de “Los Gallegos”, como este centro Lalín/Agolada/Silleda, que visitamos y que nos emociona porque al recorrerlo sabemos que estamos en salas y salones, biblioteca y comedores cargados de historia, porque aquí en tiempos prohibidos de militares, represión y dictadura, D. Raúl Alfonsín, encontró asilo y lugar reservado y de acubillo donde reunirse en clandestinidad y soñar con recuperar la democracia para su País, tal y como el mismo, hombre bueno y generoso que fue, reconocería años más tarde en su visita a Galicia, visitando Lalín y el Deza, como prueba de gratitud y reconocimiento a lo que hicieron por el en el pasado aquellos descendientes de gallegos, hijos de la emigración, que nunca se sintieron abandonos ni renegaron de su tierra, su historia y su pasado.
Buenos Aires, es todo esto, y mucho, muchísimo más que no contamos, y no dejamos en el tintero para no cansar al lector curioso y amable que nos sigue, y desde luego el Futbol; Boca, River, Maradona y Messi. Buenos Aires, fueron para nosotros tres días apenas de visiones, de aromas, de historias contadas, de gente por la calle que te pregunta, y te cuenta; inmensos oradores estas gentes argentinas, buenos, excelentes conversadores, gentes muy abiertas y siempre dispuesta a informarte, a ayudarte y contarte lo que quieras, si lo quieres. Palabras que suenan igual, pero tan diferentes, con ese acento inigualable y tan especial de Castellano Argentino, que nos enamora.
Buenos Aires, es la visita obligada al Teatro Ateneo, reconvertido en la mayor librería del mundo casi, con miles de libros repartidos por su platea, escenario y palcos, y armarse de paciencia para poder tomar un mate, en los salones del café Tortoni, fundado en 1858 y aún resiste los avatares del tiempo y sus cambios, sin inmutarse. O en la Recoleta la imprescindible foto junto a Bioy Casares, y Borges, mientras te firma su ultimo libro de poemas, y paseas entre las mesas de marmol del café La Biela. Y de remate ese baile, esa música, esos dos barrios tan iguales y tan diferentes; El de Carlos Gardel, y el de nuestro eterno “Quino”; Mafalda, Susanita, Manolito, Guille y Libertad, que inolvidable hermosura de ciudad, tan cerca pero tan lejos.

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