DEL CALAFATE A USHUAIA (PATAGONIA ARGENTINA).

Del CALAFATE A USHUAIA (PATAGONIA ARGENTINA). CALAFATE. - Planta arbustiva, espinosa cuyo fruto se presenta en pequeñas bolas que al madurar son comestibles y se pueden utilizar para diversos tipos de licor y conserva. Planta endémica de la Patagonia Argentina, prestó su denominación a esta comarca ya que la madera de sus troncos y tallos sirvió a los primeros conquistadores aventureros que se adentraron por estas tierras en sus frágiles carabelas, a “Calafatear”, estas ante la ausencia de madera de otros árboles que pudieran utilizar para construir y reparar sus naves.
El Calafate se presenta a los ojos del visitante enredado en una frenética actividad comercial volcada en el turismo fuente principal de su economía, y por y para el que viven, sus comercios, hoteles y restaurantes. Aquí, como en algunos otros lugares hemos podido escuchar de labios de sus habitantes, agradecimientos por haber escogido venir a visitarlos y conocer su tierra de la que sin duda el rey y señor es el glaciar Perito Moreno. Curiosamente el explorador Argentino que dio nombre al coloso de los hielos, no llegó a descubrirlo, ya que en sus viajes se acercaría hasta Puerto Banderas, pero agotado regresó, dando por concluida su aventura geográfica de estas duras e inhóspitas tierras, y no continuó por la península de Magallanes, perdiéndose el espectáculo de la visión de unos de los glaciales más imponentes del planeta, ochenta quilómetros de estepa y tierra arenosa y estéril desértica, en la que tan solo crecen las plantas del calafate, y algunas otras especies arbustivas en las que se refugian aves de colores vistosos, y pastan las ovejas y el guanaco, separan el pueblo del Calafate, de la inmersión de los hielos del Perito Moreno en las gélidas aguas del lago Argentina.
Aquí nos atrapa la belleza del lago Argentina y las lagunas del Limez, donde encontramos una buena representaciòn de aves de todo tipo incluidos los esbeltos pelicanos de plumaje rosado lo que nos obliga a realizar el circuito circular perfectamente señalizado por las márgenes de este lago donde nidifican las aves y el zorro recorre carrizos y cañaverales buscando algún huevo o polluelo desprevenido que llevarse a la boca. En las calles de la ciudad nos llama la atención la cantidad de perros que indolentes y tranquilamente duermen a las puertas de los comercios y restaurantes, sin inmutarse por el deambular de los viajero, turistas y visitantes.
Calafate es Patagonia en estado puro; Glaciares, estepas áridas, inmensos lagos y lagunas que se extienden a los pies de la cordillera de los Andes, cuyos picos permanecen blanqueados de nieve en este alborear de su primavera. Imprescindible la visita a Puerto Banderas y la península de Magallanes, el Perito Moreno con estos inmensos bloques de hielo azul desprendidos de los glaciares y que en ocasiones tardan hasta seis meses en derretirse. Belleza sorprendente e inigualable que fotografiar mientras admirado no sabes donde posar tu vista, porque resulta imposible. El hielo de los glaciares sorprende al viajero en su visita en catamarán, acercándose hasta casi la base misma de esta enorme pared azul de hielo, formando figuras sorprendentes, que flotan sobre las aguas azules de miles de partículas de piedra, en suspensión, arrastradas hasta las aguas del lago, siempre a la sombra de los picos de esta sorprendente cordillera andina que nos separa tan solo 20 quilómetros del océano Pacifico, en tierras chilenas. La visita del refugio en el parque nacional, frente al Glaciar Ushsala es algo único con estos inmensos Iceberg azulados desparramándose mientras flotan tranquilamente camino a la bahía de los glaciares, sobre el esmeralda del lago.
Sencillamente inolvidable, este paraje natural salvaje y aún en estado puro en el que la mano del hombre, de momento está minimizada y controlada, que sea para siempre por nuestro propio bien pensamos, mientras el barco inicia la travesía de regreso, en medio de esta naturaleza agreste e inhóspita en el que el agua, el hielo, la piedra y el cielo son los únicos dueños y señores.
USHUAIA. - Tierra de Fuego. La isla extrema dominio de los Onas a la que Magallanes bautizó como Tierra de fuego, por el humo que se divisaba desde lejos y que inicialmente pensaron salí del interior de la tierra. La verdad es que procedía de las hogueras de estos primeros pobladores que habían llegado caminando desde tierras lejanas sobre le nieve y el hielo de los glaciares. Estos hombre y mujeres, los Ona vivieron en paz y harmonía con el medio que los rodeaba alimentándose de la caza de animales como él y cubriéndose con pieles de y grasa de los lobos marinos que atrapaban, aunque la mayor parte del tiempo permanecían desnudos, ya que les resultaba mucho más práctico, ya que constantemente se mojaban entrando y saliendo de las gélidas aguas del canal de Beagle, por ello realizaban grandes hogueras alrededor de las cuales se sentaban en cuclillas para calentarse. Tanto tiempo pasaban en esta postura que les resultaba dificultoso caminar erguido, hasta el punto que el naturalista e investigador Darwin, llegó a pensar que estaba ante el eslabón perdido entre el mono y el hombre.
Bravos guerreros estos Ona, como los Selknam que tuvieron que afrentarse hasta desaparecer a la codicia del hombre blanco, que, durante la segunda mitad del siglo XIX, atraídos por la aparición de oro fueron llegando e invadieron estos bosques y valles acabando sin escrúpulos con esta gente y su forma de vida, unas veces con la violencia de sus armas de fuego, y otras con las enfermedades desconocidas para os indios y contra las que estaban indefensos. La civilización del hombre blanco, la evangelización, la ropa y el cambio de costumbres y hábitos de comida cambiaron para siempre y alteraron su forma de vida cebándose sobre ellos enfermedad como el sarampión, la tuberculosis o la viruela que desconocían y diezmaron sus pueblos y gentes.
Curiosamente nos comentaron que la última Ona de sangre pura, que conservaba la lengua de su pueblo, falleció recientemente como consecuencia de la pandemia del virus del COVID, en el año 2022 por lo que podemos hablar de la desaparición de este pueblo y su lengua, para siempre. Ushuaia es una pequeña y coqueta ciudad abierta sobre la bahía del canal de Beagle y su puerto comercial y con los picos inmensos de la cordillera andina recortándose sobre la línea del horizonte, volcado sobre grandes avenidas en las que se agolpan viviendas, comercios, galpones donde se recoge el ganado, y construcciones típicas que han resistido el paso del tiempo y por cierto el Cruceiro más austral del mundo, como no podía ser de otro modo, donado por Galicia a sus hijos de esta denominada “Quinta Provincia”, como es la Argentina.
Es el Glacial Martial al que se asciende por una empinada pista con impresionante vista sobre el canal de Beagle, hasta alcanzar el ciro del antiguo glaciar hoy prácticamente desaparecido, aunque a estas alturas del año, no resulta difícil encontrar nieve en las laderas del martial, atravesando desde la base de la tele sky, un sorprendente bosque de tejos y cipreses retorcidos seguramente centenarios adoptados perfectamente a la dureza de estos inviernos. Ushuaia es el parque nacional de Tierra de Fuego, con sus lagos en la bahía Lapataia donde finaliza o empieza la ruta 3 cruzando el río Pipo donde encontramos la estación del tren del Fin del mundo, que recorre las laderas del monte Susana, donde los presos de la prisión de Ushuaia, cortaban árboles para conseguir leña con la que calentarse. Todavía hoy es fácil observar los restos de tocones de aquellos árboles talados, auténticos cementerios de árboles. Ushauaia es la Pingüinera, con sus playas de cantos rodados negros, en los que reposan los pingüinos, y el Faro del Fin del mundo de la célebre novela de Julio Verne, aunque realmente no sea este, aquel que relataba en las páginas de su novela el escritor. Es igualmente bello, y sorprendente con sus bordes rocosos poblados de indolentes leones marinos, pingüinos y cormoranes. Y desde luego Ushuaia es el lago Fagnano y el lago escondido, y el recorrido por algunos de los parajes que sirvieron de escenario natural al rodaje de la película el Renacido.
Sin duda un lugar asombroso y bellísimo, de los que dejan huella en la memoria del visitante para siempre, esta tierra de fuego, desde luego el fin del mundo. Navegando por el canal encontramos la que se conoce como la ciudad más Austral del planeta, Puerto Wilson, Chile. Como resumen de estos quince días de viaje recorriendo tierras de Argentina; Buenos Aires, Iguazú, El Calafate y Ushuaia, tengo que reconocer que, por supuesto, muchas son las diferencias que conforman las costumbres y forma de vida de unos y otros de las gentes y pueblos, pero sería ingrato no reconocer abiertamente que también son muchas las cosas que nos unen, y resulta necesario destacar lo mucho, muchísimo que nos une, empezando por la lengua que compartimos y de la que deberíamos estar orgullosos de poder hacerlo, porque gracias a este Castellano adaptado, dulce y meloso de los Argentinos, con esa particular manera de transformar la “ll”, en “x”, y ese “vos” tan característico , porque no podemos negar que somos lo que somos unos y otros, hijos, descendientes y herederos mestizos de aquellos hombres rudos, bravos y violentos conquistadores que venciendo el miedo a lo desconocido y sus temores propios y ajenos se embarcaron en cascaras de nueces, que llamaron Carabelas, para buscar nuevas rutas comerciales hacia las Indias. Claro que en su camino se iban a cruzar estas maravillosas tierras del continente americano, y esta Argentina nuestra. Rudos personajes que escribieron nuestra historia huyendo del hambre, porque siempre es el hambre el motor que impele al hombre a emprender nuevos caminos y alcanzar lejanos horizontes, aunque sean necesario atravesar todo un océano.

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