LOS PERROS DE LA LLUVIA

Su mano vacia
agarraba con avaricia
el aliento final de la despedida.
El cristal anaranjado
transmitia todo el hielo de sus ojos
mientras la noche fria avanzaba
hacia su norte
tras la negra sombra
de la tapia derruida
en aquel jardin preñado de mentiras.
Afuera,
los perros de la lluvia
lamentaban con sus voces asesinas
tanta añoranza.
La calle sembrada en piedra
cubria con adoquines pintados
la desnuda realidad de aquella fuga
tocata y huida en fa.
Una lluvia fina que no moja
de palabras mudas
calaba en mis entrañas,
revueltas en un sonido lejano de silencios
que abatian para siempre mi esperanza.
Y otra vez, nuevamente entre làgrimas negras
de amarga derrota, te gritè con odio:
¡Los perros de la lluvia,
han ganado, como siempre,
esta batalla.....¡

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