ANA PETERS ( FEMINISMO Y MUJERES CON CORAZON II).
Ana Peters
(1932 Bremen – 2012 Denia), se formó en el campo de las Bellas Artes en
Valencia y Madrid durante los años de la posguerra española en un ambiente
artístico cuyo primer objetivo era la crítica antifranquista y la lucha por la
transformación social. Fue una de las pocas mujeres fundadoras de
Estampa Popular, junto a Jacinta Gil en Valencia, María Dapena en el País Vasco y Maria Girona y Esther Boix en Cataluña. En los años sesenta su pintura se impregna del estilo e iconografía pop procedente de los mass media. Este es el periodo de su carrera que se toma aquí como caso de estudio, con la intención de profundizar en la crítica feminista que se dio en los años sesenta en una España dominada todavía por una estricta moral conservadora, y cuya estela alcanzó a un buen número de mujeres artistas posteriores.
Estampa Popular, junto a Jacinta Gil en Valencia, María Dapena en el País Vasco y Maria Girona y Esther Boix en Cataluña. En los años sesenta su pintura se impregna del estilo e iconografía pop procedente de los mass media. Este es el periodo de su carrera que se toma aquí como caso de estudio, con la intención de profundizar en la crítica feminista que se dio en los años sesenta en una España dominada todavía por una estricta moral conservadora, y cuya estela alcanzó a un buen número de mujeres artistas posteriores.
Vivió en un momento en el que se
empezaron a incorporar a la escena de la plástica española los primeros
intentos de renovación en el campo de la abstracción:
el grupo El Paso con su lenguaje gestual, reclamo de libertad y de protesta
individual; así como el Equipo 57 y el Grupo Parpalló, cuyo arte normativo
buscó a toda costa la función social del arte y la trasformación de la realidad
cotidiana.
Pero como es habitual, toda acción tuvo
una reacción en sentido inverso. La popularidad del realismo ascendió
rápidamente entre los jóvenes artistas, creándose los distintos grupos de Estampa Popular a
lo largo y ancho de la geografía española que, anclados en el carácter
conservador de la figuración y en técnicas artesanales de origen medieval, como
la xilografía y el linóleo, realizaron una crítica radical del régimen
franquista.
Ana
Peters se encontró entre éstos últimos y fue junto María Dapena en el País
Vasco, Elvira Martínez en Galicia y Maria Girona y Esther Boix en Cataluña una
de las pocas mujeres que participaron activamente en dicho movimiento.
En el otoño de 1964, Ana Peters expuso
junto a Gorris, Marí, Martí, Solbes, Toledo y Valdés en las primeras muestras
de Estampa Popular en Valencia, un grupo que extendería su actividad hasta 1968
y que avanzó desde principios expresionistas tajantes hasta la superposición
descriptiva de imágenes procedentes de los mass
media, siempre con la intención de poner énfasis en una temática
recogida de la cotidianidad valenciana y en la lucha por la mejora y
transformación de las condiciones en las que vivía el pueblo durante la última
década del franquismo. Peters contribuyó en la obra colectiva de Estampa
Popular de Valencia, en los Calendarios de 1966 y 1968 o en el diseño de
carteles de sus exposiciones como el de la celebrada en Centre Cullerenc de
Cultura en 1964, en el que se reprodujo un texto de Tomás Llorens, ideólogo del
grupo con el que Ana Peters terminaría compartiendo su vida.
Precisamente referente a uno de esos
calendarios, concretamente el de 1966, la muestra exhibe una carpeta de tres serigrafías impresas
en el taller de Abel Martín junto a dos textos y cuatro dibujos preparatorios.
Para su diseño, Peters tomó como base unos retratos fotográficos de huertanos
encontrados en un antiguo molino y les añadió expresiones latinas procedentes
de la liturgia católica. La introducción de estos elementos extraños en la
escena invitaba al espectador a indagar sobre su significado.
Paralelamente, Peters realizó
incursiones en el arte
pop, tendencia que definió en una de sus entrevistas como
aquella que expresaba “el estado de cultura de una de las sociedades
contemporáneas, utilizando como lenguaje los mismos elementos visuales que la
sociedad misma producía”. Además, Peters insistió en que el deber del
artista consistía en definirse y posicionarse sociopolíticamente, en tomar
partido por lo que era justo. A tal efecto, se integró en la tendencia Crónica
de la Realidad y desarrolló la serie de los Siete
pecados capitales (1965) donde haciendo uso de alegorías
morales hizo referencia a situaciones políticas concretas.
Asimismo, fue una luchadora incansable
en pro de los derechos
femeninos, denunciando, a través de la ironía, la imagen de la
mujer construida por la sociedad de consumo y los medios de comunicación de
masas, en una exposición que presentó en 1966 en la galería Edurne de Madrid.
Aquí la apropiación, la reiteración, la fragmentación, entre otros muchos
recursos, definieron y caracterizaron las escenas que la artista presentaba
ante el público, un público al que pretendía interpelar y del que esperaba su
reflexión y su reacción. La muestra d su obra que ahora se inaugura, en el
Instituo Valencian de Arte Moderno, se centra, por tanto, en la etapa inicial de
la artista de origen alemán. En ella se exhiben cerca de una treintena de obras de Peters, la mayoría de ellas
pertenecientes al depósito que sus herederos han acordado recientemente con el
IVAM. Para su contextualización, se ha seleccionado alrededor de 40 documentos, desde publicaciones feministas de
la época, hasta revistas que ilustran la imagen estereotipada de la mujer en la
sociedad de consumo, o la película de Cecilia Bartolomé Margarita y el lobo (1969),
censurada por el franquismo, y que presentaba una nueva mujer segura de sí
misma y combativa.
Antes de entregarse al universo introspectivo e intimista de
la abstracción pictórica, Ana
Peters (1932, Bremen-2012,
Denia) fue una artista combativa. Su compromiso político antifranquista y sus
ideas feministas encontraron acomodo en los preceptos estéticos del arte
figurativo de crítica social que comenzaba a formarse en España a principios de
los años sesenta.
Su itinerario expositivo es bastante discontinuo, sobre todo
porque vive en Inglaterra desde 1973 a 1985, aunque se inmiscuyese otra vez en
el mundo de las galerías a partir de 1993. Su pintura, que se inicia en el
realismo social a partir de elementos de los mass-media,
en la línea de los pop y del Equipo Crónica, evoluciona hacia una abstracción
despojada y lírica que lo mismo la sitúa en la órbita de Paul Klee o Twombly
que en la de los expresionistas de la action
painting, si bien en el caso de Peters matizando el gestualismo con
una interpretación más poética de los arcanos de la memoria. Las formas, las
texturas y los cromatismos son los tres elementos básicos de la expresividad de
Peters, que insinúa un mundo de evocadoras sugerencias que, sin renunciar a la
representación de la realidad, aspira a concatenar el mensaje plástico y la
reflexión teórica en un discurso afianzado en la coherencia.
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