CEMENTERIOS, RITOS Y CULTO A LA MUERTE.

 


CEMENTERIOS, RITOS Y CULTO A LA MUERTE.-

En algunas culturas tanto presente como pasadas, muchas desgraciadamente desaparecidas por la presión militar del espíritu conquistador del hombre, incapaz de imponerse por la palabra y el pensamiento, y siempre dispuesto al recurso de los fusiles y cañones, pues retomando el hilo de mi exposición, decía que en muchas de aquellas ancestrales culturas, se practicaba y practica el conocido como "Culto a los muertos".

Ritos más o menos pseudo religiosos, o paganos que al final da lo mismo, en los que se mezcla el temor, el amor, el respeto y sobre todo la armonía y convivencia de los vivos con los muertos, los ausentes, los que nos dejaron pero no olvidamos.

Para los antiguos moradores de las praderas Americanas, los famosos "Indios", de las películas de vaqueros, en los que siempre el séptimo de caballería eran los buenos y los siux los malos malísimos, la muerte era un viaje iniciático lleno de fabulosas aventuras y experiencias enriquecedoras en el que la vida tan solo  significaba un tránsito temporal, porque la autentica vida venía con la muerte y quemar el cuerpo, representaba liberar el espíritu para entrar libre de ataduras en ella.



Por cierto que en el otro extremo del planeta esos otros Indios, los Hindúes, también coincidan en tales creencias.

Hay pruebas más que abundantes en muy diferentes y dispares culturas y creencias religiosas como; la budista, la taoísta, algunas tribus Africanas o en Oceanía, entre otras, de vida después de la muerte, es decir la reencarnación.

Sin duda los reyes de los ritos y el culto a la muerte fueron los antiguos Egipcios.

En la antigua cultura y sociedad Egipcia de los Faraones el culto a la muerte, la cultura del más allá, ha sido de tal calibre que la vida presente se entendía tan solo como una espera, un tránsito antes de emprender el viaje definitivo.



La expresión máxima de esta forma de entender la vida y respetar la muerte la podemos encontrar en el conocido Libro de los muertos que resulta ser la denominación que en  la actualidad se le ha dado a un texto funerario del Antiguo Egipto que fue utilizado desde el comienzo del Imperio nuevo (hacia el 1550 a. C.) hasta el 50 a. C., no podemos olvidar que el imperio egipcio se extendió sobre la tierra durante casi cinco mil años.

En la actualidad no se conocen la totalidad de los sortilegios que formaban ese libro de los muertos, ​ aunque  si una buena parte de ellos, si bien conviene reseñar que ningún manuscrito individual los contiene todos.

 Algunos están destinados a dar al fallecido conocimientos místicos en el más allá, o identificarlos a ellos con los dioses. ​ Otros son encantos para garantizar que las diferentes partes de un fallecido son preservadas y reunidas, o también para otorgar al muerto el control sobre el mundo que le rodea. Algunos protegen al difunto de fuerzas hostiles, o lo guían a través de los obstáculos del inframundo. Los más famosos son los capítulos referidos al juicio de Osiris en el ritual del Pesado del Corazón;



En el fiel de una balanza se coloca el corazón del muerto, y en la otra una pluma, si el corazón pesa menos que la pluma este tendría libre acceso al paraíso ya que sus buenas obras en vida pesarían más que la maldad en caso contrario sería devorado por las bestias.

Para nosotros los occidentales, la muerte es el fin, aunque algunos creyentes esperen resucitar como Cristo, y entrar en el paraíso.

Los Vikingos de las frías y  duras tierras del norte esperaban alcanzar tras la muerte del cuerpo, el acceso al jardín de las Valquirias, con Odín, donde el vino y el sexo sería eterno, por eso resultaban tan crueles y aguerridos en sus conquistas.

Tampoco podemos olvidarnos de los mahometanos, que también están seguros  que si mueren en su guerra santa, su Yihad, tras esta les aguarda una vida eterna de placer   y felicidad eterna. 

En algunos lugares de Sudamérica la muerte resulta tan natural que los deudos del fallecido, tienen por costumbre ir a comer regularmente al cementerio junto a la tumba de sus seres queridos.



Allí se montan un picnic como si tal cosa y digo yo que incluso el muerto en espíritu claro, se pegará más de un lingotazo de buen vino espiritual.

A mí particularmente me gustan los cementerios, como dejó escrito el maestro poeta del romanticismo; José  de Espronceda, en el impresionante poema La Desesperación:


"Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar,
y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar".

Reconozco que siento una especial predilección por los cementerios, pero no los de nichos industriales industriosos, donde se apilan los cadáveres tras lápidas de mármol, con leyendas más o menos sentidas o por cumplir. A mí lo que me tira son los campos santos de tumbas alineadas bajo cruces dispares, ver el abultamiento característico de la tumba en tierra, y contemplar en recogido silencio y respetuoso admiración la vida ausente mientras pienso;

Que tristes y solos se quedan los muertos.



Porque al fin y a la postre ¿Porque sentir miedo de los muertos, habrá algo mas estúpido que temer algo de ellos?. Más bien habría que guardarse de los vivos, porque esos sí que nos pueden hacer daño y dejarnos mal heridos sin remordimiento alguno. Los muertos jamás te van a hacer nada malo.

Por eso me agrada un cementerio de muertos bien relleno.....

Angel Utrera.

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