LA ADMIRACIÒN POR EL ARTE Y LA ENSEÑANZA.
Entre tanto aquel sufridor del
arte, profesor anegado y entregado a sus alumnos, continuaba sus explicaciones,
apenas seguidas con atención por seis o siete de sus alumnos que se arremolinan
junto a él en las primeras filas, metiéndose casi en todos y cada uno de los
lienzos ante los que su maestro desplegaba sus conocimientos, hablándoles del
color, explayándose en la paleta cromática, la técnica pictórica utilizada por
el artista, los trucos para superar errores, y limitaciones, perspectivas, profundidades,
juegos de luces y sombras, dominio del dibujo, control de las emociones,
exposición de los pigmentos, y un infinito etc. que hacen de una obra artista,
una genialidad o un desastre, ante los ojos del experto, o la atenta mirada del
observador que admira este o aquel pintor, y su genio.
De cuando en cuando alguno de
aquellos curiosos, tomaba notas, unos fascinados, otros realmente apasionados
por el misterio de aquellas obras de arte únicas, otro se acercaba intentando
desvelar el misterio de la obra ante la explicación de su profesor, sin llegar
a discernir de que estaba hablando el bueno de D. Pedro, cuando les explicaba
la época azul de Picasso, y sus diferencias con sus primeros tiempos, o cómo
interpretar un aquelarre del Bosco, después de ver el hermetismo de Tiepolo, o
las verdades de la carne desnuda de Goya, en sus horrores de la guerra, la
mayoría de ellos reflejando en sus rostros el aburrimiento, en tanto anhelaban
la tan ansiado hora del recreo en la cafetería, con sus móviles entre las
manos, sus refrescos, y descaro, esperando la hora de regresar al centro
escolar y marchar a casa, por fin libres.
Yo mismo acabé atrapado de
aquella marabunta de idas y venidas de silencios y risas, de empujones y
bostezos, cautivado por el coraje y entrega de aquel desconocido profesor,
digno de admiración, por intentar contra viento y marea despertar la curiosidad
en las mentes de sus alumnos, y hacerlos participes de las sensaciones que sin
duda la contemplación de uno solo de aquellos cuadros despertaban en el.
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