ISLANDIA. TIERRA, HIELO ,MAR Y FUEGO.


Islandia.
Lo más parecido a la tierra, que aún puedes encontrar hoy en día en la Tierra.
El principal problema de pasarte la vida buscando la verdad, es encontrarla y entonces no saber qué hacer con ella.

Bienvenidos a la tierra del hielo y el fuego que apenas tiene una densidad de 4 habitantes por quilómetro cuadrado, ciertamente acertaron quienes la definieron como la morada de los Dioses, porque solo los dioses podrían vivir en una tierra arrancada de las entrañas psicodélicas de la fantasía, para ser clavada en la Tierra.

Islandia se  descubre  de a poco, y sin prisas, entre brumas nieblas y semi oscuridad como un cuadro  surrealista que te lleva a alcanzar el éxtasis entre una inagotable sinfonía de colores, aromas y formas.
Islandia es la cascada de Kirkjufellsfoss con la famosa montaña Más Allá del Muro y la plateada línea del océano al fondo. La catedral  del pasado esculpida en el negro  brillante  del basalto, en un negro preñado de hermosura colgado de la nada del vacío, en un escorzo mágico.




Islandia es piedra negra de volcanes y verde de musgo y tierra roja de sangre y fuego y blanco de hielo y glaciales en continuo y permanente combate en el que queda  atrapada para siempre la resistencia del viajero que se deja envolver en las redes y telas de arañas de las aguas del Pingvellir, en la nieve del Kirkjfell, o en el misterio de Porufos, entre otras muchas sorpresas inimaginables, imposibles  pero reales. 









En Islandia el negro, la oscuridad del fuego se alía con el blanco helado del agua transformado a golpe de ventisca y frío bajo cero de atmosferas en una destructora y mortífera combinación de vida y muerte, de nacer, morir y nuevamente renacer con nuevos bríos para darle la razón al ciclo vital de la naturaleza en estado puro que el hombre nunca fue capaz de doblegar, y acaba sometido a ella y adaptándose, sorprendido de cuando en vez por su fuerza incontenible cuando la tierra fuerza, y el fuego de sus volcanes se convierten en la escusa perfecta para extenderse y dominar montañas y valles saliendo de la nada incontenible, en perpetua danza de sístole y diástole; estruendo, temblores, fuego y vida vomitada en forma de lava que se derrama hasta alcanzar las arenas tapizadas de carbón de sus playas, sin que nadie gane esta batalla entre las placas tectónicas de norte americe y Eurasia.



Eyjafjalljökull, Katla, Ekla, Snæfellsjökull, Eldgjá, Þeistareykjarbunga, Prestahnúkur, Askja, nombres casi impronunciables con los que se denominan  algunos de los 130 volcanes son los señores del fuego, los Dioses dormidos que de cuando en vez despiertan furiosos dejándonos su impronta en forma de columnas de humo, estallidos de rabia, fuego y lava que brota lentamente desde las profundidades del magma escondido en el corazón de la tierra.




Y por otro lado casi el 11% del territorio de esta maravillosa isla blanco de hielo que se extiende a lo largo de los glaciales Vatnajökull, el  más grande de Europa; Langjökull, Mýrdalsjökull, Snaefellsjökull y algún otro, cada vez más en peligro por el imparable efecto del calentamiento global.









Ante esta desbordante naturaleza, el hombre se siente pequeño, y se encuentra indefenso y sobrecogido por la belleza, el misterio, el contraste la generosidad de esta tierra formada a golpe de fuego y hielo, brusca y salvaje, dura y árida, inhóspita pero acogedora si eres respetuoso y admiras el mágico encanto de lo virgen, de lo natural, que brota espontáneamente en cada recodo de estos agrestes caminos que solo se pueden recorrer a pié o gracias a la tracción motora de estos potentes 4x4 que encuentras en las aisladas y solitarias casas, granjas en las que se refugian y viven sus habitantes, siempre al borde de farallones de roca dura de la que cae en agua en forma de cascada espontánea y salvaje.. 

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