EL AÑO EN QUE MESSI DIJO QUE SE IBA DEL BARÇA....Pero no se fué.(Año 2020).

Cada vez que termínanos un año, entre copas de cava, felicidad y alegría a raudales y buenos sentimientos de hermandad, harmonía mundial, amor, paz y todo eso que nos deseamos con la boca pequeña, mientras que por detrás nos ponemos a parir y nos odiamos gentilmente,  todo ello edulcorado con una interminable lista de buenos propósitos que a lo largo de año que comienza iremos olvidando y tirando al cubo de la basura porque además de irrealizables, tampoco nos da la gana de sufrir privaciones y esfuerzo para conseguirlos, total para que si no valen la pena nos decimos con fingida auto complacencia, para convencernos de que somos mortales, imperfectos y llenos de contradicciones y absurdos.

Pues eso digo, retomando el hilo de mis reflexiones, cada vez que terminamos un año, los medios de comunicación, tan originales como siempre, sorprendiéndonos como no podía ser de otro modo, se lanzan con todas sus fuerzas a rebuscar en el fondo de armario de las hemerotecas propias y extrañas, para realizar una concienzuda selección y cribado de todo aquello que merezca la pena recordarnos el año terminado, pasado, sufrido  por bueno, por malo o por peor.

Toda esa lista de sucesos acaecidos a lo largo del año que ya es historia, que se ha ido olvidando por la inmediatez de la actualidad día tras día, olvidado y agonizante, o que se fue definitivamente para siempre.

Acontecimientos y sucesos que marcaron la denominada actualidad en su momento, aunque bien mirado ¿Quién se acuerda ahora?, se nos presenta en un ejercicio absurdo de memoria histórica y nos la tragamos religiosamente puestos delante de la caja tonta, como peleles que manejan a su antojo los de siempre,  en un alarde de generosidad, ya que son ellos los que se toman la molestia y el trabajo de seleccionar por todos y cada uno de nosotros lo más importante de 365 días, 8760 horas, 525600 minutos, o lo que es igual  31.536.000 segundos, si el año fue bisiesto habría que añadir un día más, o lo que es igual multipliquen todo por 24 horas, cada una de ellas con sus 60 minutos y cada minuto con sus sesenta segundos, ya saben. Para los que viven en Canarias, una hora menos.

A lo largo de la historia hemos sabido y conocemos las innumerables profecías y vaticinios de gurús y falsos profetas siempre avisándonos del fin del mundo para que estuviéramos preparados.

Entre mis recuerdos de infancia, sobresale la idea de escuchar en un duermevela intermitente provocado por la alta fiebre que me mantenía postrado en cama, que el fin del mundo estaba próximo y sin embargo aquí seguimos contra viento y marea, empecinados en que la vida siga adelante pese a quien pese.



Así a bote pronto, como olvidarse de las famosas predicciones de Michel Nostradamus el más famoso de los videntes que nada menos y nada menos  predijo; la Barbarie de Adolf Hitler y la guerra mundial, o la aparición de la bomba atómica, pero que nunca habló del fin del mundo, ni remotamente sugirió que ocurriría con el cambio de milenio, tal y como se nos insistió hace ahora ya veinte años, al empezar el famoso 2.000, aunque en honor a la verdad sí que se refirió en sus predicciones al año 2020, como un año  que sería catastrófico para la humanidad, otro acierto más que añadir a su lista de méritos y demeritos.

A pesar de todo, y para no ser menos también él ha sido víctima de esta autentica plaga de las conocidas como Fak new”, que le atribuyen intencionada y falsamente, que predijera en sus profecías la pandemia de este virus maldito que ha trastocado todo nuestro mundo en unos pocos meses, lo que evidentemente no llegó a hacer jamás de los jamases.

La lista de profetas y visionarios previniendo y anunciando el fin del mundo es amplia y sorprendente, lo que pone de manifiesto dos cosas; La estupidez humana, por un lado, manifestada tanto por el pseudo profeta que avisa, como por los imbéciles que creen y difunden las estupideces que algún iluminado proclama  y por otro lado el miedo, el pavor, el temor intrínseco del ser humano ante la muerte, el juicio final y el fin del mundo, porque lo desconocido nos atemoriza sin duda, no todos tenemos carnet de  héroes, faltaría más, algunos no tenemos ni el carnet de socios del Real Madrid, a pesar de todo.

Como olvidarnos de las visiones y anuncios de mentes tan preclaras como: El Papa Clemente, o Martin de Tours, incluso el mismo Beato de Liébana, Thomas Múntzer, Lutero, por no hablar de nuestro Cristóbal Colón de oficio descubridor y que nos previno en su libro “Profecías”, del fin del mundo en el año 1656,  San Malaquías o el calendario Maya, la última predicción fallida que yo sepa es la de Jeane Dixon, eminente astrologa y vidente americana que predijo el final para el 31 de Diciembre del 2020, y ya ven, de momento aquí seguimos con mascarilla y todo.

Pero no por fracasos y errores nos vamos a desanimar, ni mucho menos, todavía tenemos una larga lista de eminencias que predicen el fin, para el año 2021, como Matityahu Glazerson, o incluso el mundialmente famoso Isaac Newton, que también se mojó en esto de las predicciones augurando que sería en el 2060 cuando el mundo diría punto final, y se iría al carajo.

Mucho más generoso se mostró Nostradamus, al profetizar que este apagón definitivo se postergaría hasta el año 3797 de nuestra era, claro que a muchos de los que lean estas notas, incluido el que las escribe, no creo que les vaya a importar demasiado la idea y no quiero olvidarme de  nuestro admirado Leonardo da Vinci, que dejó fundamentado que el mundo se acabaría en el año 4006, concretamente el 21 de marzo, lo que ya es hilar fino, solo le faltó dejar escrito a que hora iba a ser el estallido final.

Sea como sea está claro que el mítico año dos mil quedó atrás, y el patético 2020 en el que hemos vivido una pandemia viral, que nadie jamás pudo imaginar, también ha terminado y encaramos con más optimismo, aunque con muchos, muchísimos interrogantes y temores los próximos 365 días de un año, considerado por la Iglesia Católica como Jacobeo, ya saben:

Se denomina Año Santo Jubilar Compostelano o Año Santo Jacobeo, aquel en que el 25 de julio, (festividad de Santiago Apóstol) cae en domingo.

Esto sucede con una cadencia regular de 6-5-6-11 años (excepto cuando el último año de un siglo no es bisiesto, cuando pueden darse lapsos de 7 o 12 años), de modo que cada siglo se celebra catorce Años Santos Jacobeos.

La celebración de cada año santo otorga la indulgencia a todos aquellos fieles que voluntariamente cumplan las siguientes condiciones:

Visitar la catedral de Santiago de Compostela, en Galicia, España;

Rezar alguna oración (al menos, el Credo o el Padrenuestro) y pedir por las intenciones del Papa. Se recomienda también asistir a la Santa Misa;

Recibir los sacramentos de la penitencia y de la comunión; es decir, confesar y comulgar (en los quince días anteriores o posteriores a la visita de la catedral).

Por si acaso, y dado que el virus todavía anda suelto y va a seguir dándonos más de un susto el Papa de Roma, tan listo él, con infalibilidad y todo, como descendiente de Pedro en la tierra, ha dejado caer que van a considerarse años Jacobeos el 2021 y el 2022, ante todo el marketing, el negocio y el poderoso caballero.

Y como no podía ser menos, además de que el título de este articulo lo anticipaba claramente, aquel fue el año en que Messi quiso decir adiós al Barça y este 2021 recién estrenado puede ser en el que veamos el punto y final, para desesperación de muchos culés y alegría de todos los merengues, de este ídolo con pies de barro, pelotero por más señas y Argentino sin fronteras, y nuestro Sr. D. Messi, haga mutis por el foro y nos deje, como ya en su día hizo esa otra vaca sagrada del futbol de mis pasiones y decepciones, como era Cristiano, el bueno de D. Ronaldo.

Entre medias de este odioso e interminable año que comenzó allá en las Chinas del mundo mundial, de donde  dicen que vienen las naranjas, aunque Yo siempre he preferido las de Valencia, lo mismo que la paella o su arroz  con costras,- con aquellas aterradoras imágenes de calles absolutamente vacías, drones sobrevolando amenazadoramente la cabeza de los escasos atrevidos ciudadanos de Wuhan  que desafiaban el confinamiento total, y el toque de queda y se arriesgaban a salir a la calle, seguramente más por necesidad que por libertinaje o ansias de libertad, policías y militares enfundados en trajes espaciales que recordaban las escenas de la película de Kubrick 2001 odisea en el Espacio y lejanas insinuaciones de la aparición de un nuevo virus mortal, pero del que no se informaban ni las muertes, ni su peligrosidad letal, no se hizo ni siquiera por la OMS, hasta muchos meses después, y porque se les retiró del chollo, los de la bandera de las barras y estrellas, con su ínclito presidente a la cabeza, que dijo que hasta aquí hemos llegado y que el que quiera peces que se moje el culo, en román paladino que no soltaba un dólar más para los de la organización mundial de la “In-salud”, porque su nefasta gestión, dejaba mucho que desear y cojeaba, sobre todo en cuanto a información veraz y transparente. Por una vez, el Trump, y sin que sirva de precedente dio en el centro de la diana, y puso los puntos sobre los pies de lo que era un secreto a voces, a saber, que el mundo tenía un grave problema global de salud pública, por culpa de un virus desconocido y letal que se expandía por todas partes a la velocidad de la luz, que los chinos sabían mucho mas de lo que nos decían, y que la OMS se hacía el sueco y eso que su sede está en Ginebra, (Suiza), paraíso de los paraísos, ya saben sobre todo para los bancos y banqueros del mundo mundial.

Evidentemente en un mundo global e interrelacionado como el actual en el que inventas un chisme en Madrid, y a los diez segundos ya lo conocen en la Conchinchina, que no se si existe realmente o es otro bulo mas,   gracias a las redes insociales y el internet este de nuestros pecados en el que no queda títere con cabeza, y nadie está a salvo de que sus vergüenzas no sean asunto publico si se le pone en sus bemoles al vecino del quinto.

Es lo bueno que tiene esta aldea mundial, global de mierda que nos han inventado los del capitalismo frenético, la inmediatez que te impide pensar, y mucho menos reaccionar o tomar medidas para protegerte del anonimato de la invisibilidad y el todo a cien.

Antes de que todo fuera el virus, y nadie intuyera siquiera lo de la Pandemia, el mundo estaba inmerso en una batalla perdida contra el cambio climático.

La reducción de emisiones contaminantes a la atmosfera por parte de la industria, la imprescindible necesidad de acabar con sus vertidos, residuos líquidos y sólidos, y poner coto a los plásticos entre los que nos estamos asfixiando era una urgente necesidad inaplazable, entre otras urgentes medidas a adoptar y que se siguen aplazando y posponiendo entre discursos grandilocuentes de nuestros dirigentes políticos y su incapacidad  e intereses creados por los grandes trust financieros mundiales, volvieron a quedar en un segundo plano  y arrinconados en el fondo de un sucio cajón duermen cientos de informes en los que queda claro que estamos cavando nuestra propia fosa y que tal vez esta pandemia, este virus, sea la respuesta natural de nuestro planeta ante la continua agresión del ser humano.


Catástrofes naturales como los Tsunamis e inundaciones de Indonesia, los incendias forestales de Australia, Brasil y Estados Unidos, la continua, progresiva e imparable desforestación de las selvas Amazónicas, el deshielo de los polos, el aumento del agujero de la capa de Ozono que protege a nuestro planeta, y cientos de pequeños casos más por todo el mundo, nos están mandando señales y avisándonos de que o tomamos medida de una vez por todas sin más paños calientes o esto ya no habrá Dios que lo arregle.

Desafortunadamente aquellos iniciales acuerdos y buenos propósitos internacionales han quedado en agua de borraja condicionados por esta odiosa pandemia, y lo peor está por llegar, porque la incidencia en la economía mundial propiciará de nuevo un empuje sin precedente en el ciclo productivo de nuestras cadenas de fabricación y consumo, con su consiguiente impacto medio ambiental en contaminación y daños colaterales para el planeta, y quiera Dios que esté en un error y no seamos tan ciegos como para volver a menospreciar el ecologismo y la protección de la naturaleza, por el desarrollo industrial y la productividad.

Tampoco nos podemos olvidar  de lo que ya no es  noticia de portada, porque de tan reiterado ya es aburrido hablar de ello, contemplar y buscar soluciones a este cáncer que consume la humanidad como son las guerras, y sus consecuencias colaterales,- refugiados, inmigrantes, desplazados, desesperados que se aventuran en medio de la noche a cruzar los océanos en busca de una vida, algunos dicen una vida mejor, Yo dudo que lo que alcanzan los que consiguen llegar y no entregan sus vidas a las frías aguas del mar, sea una vida mejor, pero por lo menos siguen vivos, cosa difícil de mantener en sus países inmersos en guerras civiles, tribales o absurdos conflictos armados, promovidos por los señores de la guerra, aquellos que viven por y para el negocio de la muerte y de las armas por encima de conciencia, humanidad, justicia y cualquier otro sentimiento que no suene como el oro de las monedas que acumulan en viles paraísos fiscales de palmeras y cocoteros.

Y como olvidarnos de estos otros acontecimientos menores que fueron llenando las páginas de nuestros periódicos a lo largo de estos 365 días del año 2020, el año de la Rata, según el horóscopo Chino, a ver quién dice que no acertaron con lo de dedicárselo a este odioso roedor, entre los que destacan ;la plaga de Langostas en África Oriental, el nuevo brote de Ébola detectado, la caída del precio del petróleo, o el aumento de los denominados nuevos ricos, multimillonarios que convierten aún en más despiadados los movimientos migratorios de famélicos desesperados en Sud América, este choque de trenes que ha convertido en guerra comercial al gigante Chino y el Americano del Tío Sam, El Brexit Ingles, que ha hecho a Europa menos Europa, menos unida, y menos una, las crisis de credibilidad y confianza de los ciudadanos en sus políticos lo que ha propiciado la expansión de populismos, xenofobias y fascismos de ultra derecha así como de personajes emblemáticos en los que descubrimos que en el fondo tienen espíritu de mezquinos chorizos, peores que pandilleros de  despacho con moqueta y mesa de caoba, puro y chistera , y de cuando en cuando de nuevo el azote del integrismo, los atentados capitaneados por esos fedayines de la muerte, que resultan incomprensibles en su odio, su fanatismo y su Yihad.

Y desde luego, un muy especial apartado, un hueco en nuestro corazón para tantos que nos dejaron, muchos de ellos precipitadamente y en soledad, sin ni siquiera poder sentir nuestros abrazos, algunos sin comprender que se les arrebataba la vida, todos ellos, todos y cada uno de ellos anónimos, invisibles, traslucidos trasparentes, estrellas en el firmamento de nuestro amor, que seguirán, y siguen vivos porque su recuerdo está vivo en nosotros que los seguimos sintiendo como los ausentes y que nos ha robado la muerte asesina por sorpresa, a traición y por la espalda de improviso para siempre, robándonos la alegría y el ánimo, pero no la esperanza, la ilusión y los sueños.

Este 2020, el maldito año en el que Messi anunció que se quería ir del Barça se ha acabado, y sus odiosos 365 días quedarán para la historia, como los de una pandemia más de la humanidad, que nos robó los besos, los abrazos, los apretones de manos, las miradas sin desconfianza y miedo en los libros de historia generaciones futuras estudiaran su origen y consecuencia, el número de muertos y contagios, las medidas que se adoptaron, los confinamientos, los cambios a una nueva normalidad que nadie quería y a nadie gustaba, y la compararemos con aquellas Pestes bubónica del Medievo,  las de la viruela o la polio o con la gripe Española del siglo XX, el Ébola o el SIDA aún tan recientes,  o con cualquier otra que haya padecido la humanidad, quedará para siempre como el año del COVID, el odioso virus que llegó de China, pero por fortuna nadie lo recordará como el año en que Messi dijo que se iba del  Barcelona,  menos mal¡.

Angel Utrera     

 


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