BIENVENIDOS AL NORTE.(NORUEGA FIORDOS Y MUCHO MAS).

Reflexiones desde Occidente.-BIENVENIDOS AL NORTE. De regreso ya en casa, después de una breve pero intensa escapada por Noruega, el País de los Fiordos, y desde luego yo añadiría el País de los mil túneles, me detengo en el tiempo y la memoria para hacerme algunas reflexiones sobre lo que fui captando, y quedó atrapado en mi cámara fotográfica, siempre soñando con capturar la belleza absoluta en la foto total, un imposible tras otro. Bergen, ciudad patrimonio de la Humanidad se exhibe entre un paisaje de coloristas casas de madera, restos de lo que debió de ser un próspero puerto pesquero en el pasado, del que aún nos llegan sabores y olores de diversos chiringuitos que exponen a los modernos turistas sus mariscos y pescados, algunos de tamaña familiar que causan estupor y hacen que todos los que pasan por delante de estas neveras y estanques de agua marina, saquen sus móviles para llevarse de recuerdo esta colorista estampa de lo imposible.
De paso, si tienes hambre puedes degustar desde el típico salmón preparado de mil diferentes maneras hasta la ballena, por cierto de muy rico sabor, como pudimos comprobar en uno de estos restaurantes que se nos abren sobre el muelle del puerto, a pie mismo del mar y los veleros allí atracados. Bonita y cuquiña ciudad del norte, que no nos representa el tópico típico del norte trabajador y metido en casa, porque las terrazas al sol están abarrotadas de gente que disfruta con deleite de estos últimos días del verano, antes de que lleguen las lluvias y fríos del invierno, ya menos invierno, pero que llegará, tarde o temprano. Bergen está hecha para pasear con calma y sin prisas, dejándose perderse entre sus avenidas, preñadas de maceteros de flores multicolores, para llegarse a la punta del cabo que da acceso a la ensenada de su puerto, y contemplar desde allí esta espectacular puesta de sol, tumbados sobre la hierba con un par de cervezas, como hacen grupos de jóvenes bajo los pinos, y recorrer rincones cargados de restos de historia, casas de madera que no hay polilla que se atreva con ella, y pasadizos oscuros en los que los talleres de pintores y artistas, han tomado por asalto lo que debieron de ser casas de pescadores en su origen, para montar sus talleres. La mañana del segundo día se nos abre luminosa a estas Iglesias cargadas de misterio y extraños simbolismos, en las que se nos sugiere las naves de los antiguos vikingos, en forma de espolones y adornos de voladizos y torres que en negro se elevan hasta el cielo en equilibrio perfecto, combinación de arte y religiosidad, de grandiosidad y belleza al mismo tiempo.
Madera de origen medieval, como su historia cargada de fe cristiana y lucha contra las viejas religiones normandas y el paganismo religioso de los bosques y la incontenible fortaleza de la naturaleza con la que aquellas gentes se integraban en perfecta harmonía. Este debe ser el país de los mil y pico túneles, algunos de más de veinte quilómetros de largo. Túneles incluso en los que te das de frente con una rotonda de la que salen diferentes direcciones, que por supuesto continúan bajo tierra buscando nuevas salidas por donde engañar a las montañas dueñas y señoras del entorno natural que nos rodea. Mucho, muchísimo verde. Bosques de cedros, robles, acacias y de cuando en vez algún pino, agua por todas partes, lagos y pequeños ríos que vierten en estanques y lagos transparentes y cristalinos sobre los que se reflejan como en un espejo los nimbos y cirros, o directamente sobre los fiordos, con sus imponentes siluetas recortándose en violentos escorzos por los que muchas veces resulta imposible en trazado de ninguna carretera. Aquí as distancias son enormes, la conducción se hace tediosa y lenta, la mayor parte de las veces, imposible pasar de 60 quilómetros /hora y las dificultades para pasar de un valle a otro aconsejan el uso del ferry, al que se accede por rutina y se paga a través de la matrícula del coche que identifican cámaras colocadas en los barcos estratégicamente para que nadie se escape.
El automatismo y las maquinas suponen por estos lares un buen exponente de lo que son estos tiempos modernos de cámaras, ordenadores y máquinas expendedoras de casi todo y que llega hasta el propio Aeropuerto, en donde las tarjetas de embarque y la facturación se hace en modo de auto servicio, esto del hágalo Vd. mismo, es aquí palabra de Dios, y pobre del que no se maneje ni entienda estos modernismos, porque está perdido. Todo se hace automáticamente ante una máquina, así que ya sabes, si no te gustan…lo llevas claro. Por todas partes nos habla la naturaleza, de los intereses de hombres y bestias, en harmonía y sin interferir unos en otros, respetando sus espacios vitales, la sensación de que lo público es de todos prevalece aquí a esta estúpida máxima latina de que lo público no es de nadie. No ves basura, no encuentras un papel, ni una lata tirada, ni por supuesto cunetas de las carreteras en las que la muestra de botellas y cristales e la tónica, como pasa comúnmente por nuestros lares. Aquí la excepción es encontrar una papelera llena, incluso en las múltiples áreas de descanso que encuentras por todas partes y cada poco quilómetro, para sentarse a comer, descansar y contemplar el agua de un lago, o el fondo de un fiordo, o un glaciar, que lamentablemente agoniza por efecto del cambio climático, porque es evidente que hasta aquí llega y se nota el calentamiento global del planeta y sus efectos devastadores. Por cualquier parte puedes contemplar esbeltas e imponentes cascadas que caen libremente desde las cimas de las montañas y si te acercas a algunas de ellas, la fuerza del agua y el ruido atronador de la misma resulta impresionante y difícil de olvidar.
Llama la atención la dureza extrema del paisaje, piedra sobre piedra y la soledad rota por alguna que otra cabaña de madera con el tejado cubierto por musgo y hierba como mejor y más natural manera de protegerla de la nieve. Con la puesta del sol, y las primeras sombras que proyecta las inmensas paredes de los fiordos sobre el agua, este se transforma en miles, millones de gotitas de plata y oro, cristales brillantes de fuego y resplandor que transforman la superficie del fiordo en un espejo multicolor de calma absoluta, porque en el interior del fiordo no hay olas, tampoco pudimos observar mareas, da la sensación de que el agua no se mueve nunca atrapada entre estos enormes farallones de piedra cuya sombra se proyecta sobre la nada recortada como anticipo de la noche que se nos anuncia sobre las cumbres donde pintado en blanco permanecen restos de nieves perpetuas y glaciares. Recorremos a veces carreteras imposibles, como esta conocida como La Carretera de la nieve, o aquella otra la carretera de los Trols, realmente inolvidables con curvas imposibles y en continuo ascenso y pendiente, que te hacen pensar que pasará si te encuentras de frente con un autobús o un camión, pues finalmente pasa, pero como no es posible ir a velocidad desmedida, y a nadie se le ocurre, es posible frenar, orillarse y aprovechar los ancheamientos que la carretera presenta cada cien metros, sin duda una sabia solución y muy respetuosa con el medio.
En la cumbre, el valle presenta un aspecto desolador. Piedras, que conforman extensiones de pedregales en donde la única vegetación es el musgo que tapiza las rocas y pequeñas florecillas de efímera vida, que se apegan a las grietas de estos roquedos, entre pequeños lagos y lagunas de un paisaje hostil, agreste y muy inquietante. Todo un espectáculo subir al pie mismo de un glaciar de cuyo interior sale en torrentera el agua que alimenta el lago, que, durante el regreso, casi tres quilómetros ida y otra tanta vuelta, nos saluda recortado sobre el horizonte. Los días amanecen en niebla baja, que nos permiten robarle al fiordo bellas estampas, de blancos y negros, que poco a poco se van transformado en paisajes multicolores conforme el sol va calentando y diluye estas nieblas matutinas. Resulta más que sorprendente la afición de estas gentes por el campismo, y las auto caravanas. Por doquier puedes encontrarte campos, con cientos de casetas de madera, caravanas, furgonetas, tenderetes en los que montan su vida unos días, y pasan las vacaciones. Tampoco sorprende demasiado saber que aquí por tradición y ley, la acampada por un día es libre, y cualquiera con una tienda de campaña, puede pasar la noche donde quiera libremente, restos sin duda de usos y costumbres del pasado, que perduran.
Ahora lo normal es encontrarse con buenos campings en donde esta moderna forma de viajar en contacto con la naturaleza y el aire libre, se impone. País este de fuertes contrastes que no deja indiferente a nadie que recorra sus tierras, en tanto observamos un fuerte sentimiento nacional que se transforma en la defensa de su bandera, que prácticamente vemos ondeando de altos mástiles en medio de la nada, allí donde encontramos una casa, o grupo de casas, y en casi todas las granjas donde estabuladas mantienen ganado, por cierto que nos tocó tiempo de siega, en los que recogen y empacan la hierba segada y ya seca, para el largo invierno que se avecina. Llama la atención como estas gentes no tienen el más mínimo rubor en mostrar sus símbolos, en tanto que por aquí continuamos avergonzados, con defender sentirnos orgullosos de los nuestros. Evidentemente el daño que la derecha y el fascismo hizo apoderándose de los símbolos de todos continua en nuestro interior y resulta muy difícil de superar. Curiosidades y costumbres de esta gente del norte, con los que cada día tenemos menos diferencias, porque en este mundo global que nos ha tocado vivir, sorprenderse por algo, está resultando cada vez más y más difícil. Angel Utrera

Comentarios

Entradas populares