LUZ QUE CONTAMINA

Aquella noche,
arropado por la niebla de los montes
tiritando bajo las sombras del silencio más brutal,
como tantas veces, rodeado de mis miedos ancestrales:
el frio gèlido, la soledad absoluta, la mentira
como causa del suceso, la certeza de que nada era imposible
tal vez incierto, acaso irreal.
Me senti perdido y sin retorno.
Tome el ultimo fósforo mojado entre mis dedos
y pensé, sosteniendolo frente a mis ojos huraños,
-recuerdo aquel instante, como un destello-
si consigo encenderlo.....
Juntando en un solo intento mis anhelos, confiados
demorè mi impaciencia, con avaricia
calentando primero las yemas de mis dedos
con el escaso calor de mi aliento extraño.
Con violencia contenida rasguè la cabeza de aquella cerilla,
postrera esperanza en esta transida ida, sin retorno,
anden donde se agotan las horas
del viajero melindroso, hacia la nada.
Y el milagro incomprensible de la luz
violò el sueño de la muerte entre tinieblas
al encenderse, desprendiendo consumibles; humo, fuego y vida,
tan simples, como sencillas.
Mientras Yo, hechizado por la magia incomparable de aquel misterio
prendido, prendado, cautivo, encadenado, no pude reaccionar
y me fuì lentamente consumiendo en sus cenizas
sumergido en mi mismo y en la nada,
hasta la obscuridad absoluta de los muertos.
Con el definitivo haz de luz al extinguirse
mi confianza en mil pedazos hecha añicos
me devolviò la esperanza en otro sueño, renacido
como ave fénix de las cenizas,
para otra vida, contaminada por la mentira.