MI ABUELA EN BLANCO Y NEGRO.
Mi abuela, era tan solo mi abuela.
Teñida de luto riguroso y obligado y
vestido cerrado hasta el cuello, porque el negro era su destino.
Mi abuela no era mi abuela; era mama
Sofía.
Recuerdo que de pequeña que era nos
teniamos que agachar para besarla y sus manos arrugadas, suaves y cálidas como
una caricia.
Nunca tuvo carnet de identidad, ni
falta le hizo y una vez que la obligaron
y tuvo que hacerlo
nos lo enseñaba orgullosa, mira lo que
pone aqui niño;
-De profesión sus labores.
Y sus ojos chiquititos se reían; sus
labores¡.Mentira cochina¡; la casa, mi marido, mis hijos, mis nietos planchar
ropa, fregar suelos, haceros la comida, cuidaros si estais enfermos.
Sus labores....¡mentiras cochinas¡,
nos decía, riéndo.
Mi abuela no cumplió ochenta años y un
mal día se cansó del luto, de dar besos y regalar cariño, de rezarle a la
virgen de los Martires en su dormitorio oscuro donde teníamos prohibida la
entrada y decir que si a todo con resignaciòn cristiana, y con la misma
dignidad de sus labores se jubiló de la vida y nosotros empezamos a echarla de
menos.
Ahora, de cuando en cuando la recuerdo
como si fuera mi abuela y no mama Sofia.
Mi abuela, en blanco y negro.
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