ABU EL-HOL EL PADRE DEL TERROR (XIV ENTREGA PENSAMIENTOS Y REFLEXIONES DESDE EL TERCER MUNDO)




ABU EL- HOL (EL PADRE DEL TERROR).-
Uno de los restos monumentales de esta cultura imperial de los Faraones, tan extensa, como impresionantemente rica y variada que sorprende al viajero, y atesoran las arenas del desierto Egipcio, es sin duda "La Esfinge", o como lo llaman los propios egipcios: Abu El- Hol (El padre del Terror), la misma que cuando llegaron los invasores Turcos sembró tal pánico entre sus huestes que hizo imposible que vencieran el miedo para continuar avanzando sobre el Cairo.



Para los arqueólogos y científicos expertos Egiptólogos esta gigantesca Esfinge de Guiza, tuvo su origen en la Dinastía IV, que unos atribuyen al faraón Kefrén, en tanto que  para otros la forma cuadrada de su  rostro representaría sin duda   a Keops, dato que avala la ornamentación de su corona cuya gran pirámide se puede ver desde el emplazamiento de este padre del terror.





Con una altura total de 20 metros, el terrorífico rostro de este guardián del desierto, conocido como  " la esfinge" supera los cinco.
Sea como sea su antigüedad es superior a los 4.500 años y  en lo que todos los expertos si coinciden es en que su aspecto actual difiere en mucho de como debió ser en su inicio, tal y como demuestran estudios de erosión, y pluviosidad antigua del periodo conocido como El Gran Húmedo Holocénico, que sin duda dibujarían un entorno natural muy diferente del actual desértico.

Buena parte de su color, policromía y pinturas se han perdido, pero se puede dar por acertado que el cuerpo de león estaba pintado de rojo y el tocado de la cabeza del faraón era azul, con rayas horizontales amarillas. Lamentablemente le falta parte de la nariz, según la historia destrozada por los mamelucos, así como la típica barba de faraón tan característica de las esculturas en el arte Egipcio.

En Egipto, la figura del león se asoció a los jefes tribales y más tarde a los faraones. El rey era el guardián y protector de su pueblo, al que conducía victorioso al combate contra sus enemigos. Es por ello natural que, en el pensamiento de aquellos pueblos primitivos, la figura de este animal fuera asimilada al monarca.

Por sus características, los egipcios imaginaron el león como un poderoso guardián, y por ello se lo representaba en amuletos, muebles y también en las puertas de los templos, en relieve o esculpido. Asimismo, algunos relieves del Imperio Nuevo muestran un león domesticado que acompaña al monarca en las batallas o en ceremonias religiosas. Es muy probable, pues, que la imagen de la esfinge surgiera en la mente de los egipcios como una manera de fundir la belleza y la ferocidad del león con la sabiduría del rey.


El hechizo de esta fabulosa obra de arte Egipcio, conocido como el Padre del Terror, ha influido a lo largo de los siglos sobre novelistas y escritores del género  negro, y de terror. Maestros  como Edgar Alan Poe, ambientaron sus relatos terroríficos en estos descubrimientos, en ocasiones trasladándolos al interior de los museos, y calles inglesas.





 La atracción de las momias, el misterio de la Esfinge, las Pirámides y sus terroríficas maldiciones, entre otros suponían un escenario ideal para la creación literaria del género.
Poe supo trasladar en  sus relatos de terror con una indudable ambientación, y conocimiento de la cultura egipcia, de la mano de la narrativa gótica propia de la época, toda la parafernalia de los espíritus, maldiciones, seres llegados del más allá, ultratumbas y momias que tomaban vida tras resultar saqueadas sus tumbas, y recintos más sagrados, como eran las salas mortuorias ocultas durante siglos en el interior de sus pirámides, cuyo misterio de construcción en aquella época resultaba totalmente inexplicable. 



En abril de 1845, Some Words with a Mummy, de Edgar Allan Poe, fue publicado en el American Review: A Whig Journal. Este curioso relato narra cómo un grupo de historiadores reviven a una momia que lleva muerta cinco mil cincuenta años para interrogarla.

La fascinación por esta expresión casi mística del terror ambientada en el Antiguo Egipcio, alcanza su máximo esplendor en las maldiciones cumplidas sobre los saqueadores de tumbas y arqueólogos Napoleónicos que consuman el expolio sacrílego de los que se rodea el emperador Napoleón en sus conquistas Egipcias.

La esfinge provoca el miedo entre los vivos, es un aviso, un guardián, y sin duda una amenaza y una advertencia a los que se acercan llenos de codicia y con total desprecio hacia las doctrinas y creencias religiosas y el más allá, por lo que se adivina en su profunda esbeltez y majestuosidad el mensaje y advertencia espiritual ante los profanadores sacrílegos ávidos de riquezas terrenales. Sin duda ejerce una labor de vigilancia constante sobre el espíritu codicioso de los vivos, al tiempo que sugieren a los violadores de tumbas el castigo.
Angel Utrera


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