Tardes de Sol y moscas en verano.

 


Nostalgias de pantalón corto y bamba de chocolate de merienda

Tardes de sol y moscas,

de cantos de chicharras y ranas en las charcas de aguas putrefactas

y mosquitos de los que pica.

Tardes de botijo de agua fresca y abanicos de colores,

tardes de siestas interminables y aburridos trabajos escolares de repaso.

Tardes entre algarrobos retorcidos y tierra reseca de higos chumbos

y chumberas contra las tapias encaladas de ladrillo y piedra.

Tardes de infancia olvidada y radio novelas.



Tardes de mercuro cromo y curitas para curar heridas de guerra

de arrastrarse entre las piedras jugando al escondite, o a la llevas

o a policía y ladrones, a las bolas o a lo que sea.

Tarde de sudor y polvo y calor que no refresca

de rodillas descarnadas y codos de sopla que escuece.

Tardes de paloduz y chicle Bazoca  que hace las mejores pompas

las que estallan en la boca con mas dulce empalagoso  del que se pega y pega.

Tardes de leer tumbados junto a la tapia del cementerio viejo de tumbas abiertas,

las aventuras del Llanero solitario, del Capitán Trueno, Goliath y su inseparable Crispin.  



Tardes compartiendo solidario el hambre de Carpanta y los bocadillos de pan con aceite y otras veces pan con chocolate; El Gorriaga, o quesitos de El Caserío.

Tardes de infancia y sueños, tantas y tantas tardes ya lejanas.

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