TODO A UN EURO. (V ENTREGA. REFLEXIONES DESDE EL TERCER MUNDO)



Amigo, amigo tu mira esto¡. Ven toma, mira; Bueno, bonito, barato, todo barato. Tu compra solo un Eurio. Dos por un Eurio.
No amigo, tres no. Dos por un Eurio, no puede más. Toca, toca,  es bueno . Lleva tu, mejor barato todo no hay.  Coge.
Amigo no, no puedo ser, no dar por menos de un Eurio. Mira tú llevar dos que valer más, mucho bonito, y barato y yo doy por un Eurio.

Mira, toca, coge, toma ...amigo no marchar. Todo por un Eurio solo.


Aquí en Egipto y entre sus gentes el regate es el pan nuestro de cada día, y forma parte consustancial de la salsa del viaje que el viajero, el turista paladea, saborea y exprime hasta la última gota. No se compra ni vende nada sin regatear, en ocasiones veinte céntimos, diez céntimos, cincuenta céntimos de Euro, porque tanto vale comprar en Libras Egipcias, como en Euros, o dólares, se manejan perfectamente en cualquier moneda .

Tan pronto bajas del autobús y pones los pies en las calles, una legión de vendedores de baratijas te asalta ofreciendo, metiéndote por los ojos sus mercancías, aunque también es verdad que sin la agresividad que hemos podido comprobar en otros países orientales, si con la misma insistencia y sin desanimo, nunca se rinden ante un no. Insisten, e inciten y en ocasiones esta perseverancia les da buen resultado, sin duda esta persistencia es fruto de la necesidad y nace de la propia miseria si no hambre en la que habitan

Insisten sin desmayo en una combinación  de oferta, precio, producto, chapurreo de castellano, sonrisa y oferta del todo vale con tal de vender; recordar tu nombre, tu cara, buscarte e insistir e insistir detrás tuya a la salida de allá donde fuiste al llegar, aguardando por ti mientras visitas aquel templo, una pirámide un museo, lo que sea de que se trate, ellos no se rinden.
Y al final si no venden, te ofrecen cambiarte monedas de euros de las que han ido acumulando de sus ventas anteriores por billetes que les admiten en los bancos y oficinas de cambio para canjear por libras, moneda oficial del País.

Así puedes encontrarte que te ofrezcan y venden todo lo imaginable, por absurdo e inútil que parezca, desde recuerdos y suvenir hasta obras de arte, desde luego falsificadas Made in Taiwán posiblemente. El truco está en que el turista resulta ser nada exigente con la calidad, originalidad y procedencia del  artículo en cuestión, y disfruta una vez vencida la inicial vergüenza con este mercadeo y el regateo consiguiente en el juego del quiero y no quiero, del caro y barato, del toma y daca de sies y noes.




Nada nuevo en el mundo, desde que el hombre  que dicen procede del mono, se puso de pie para otear mas allá de las verdes praderas que conformaban su hábitat natural, y se trasformó en ser racional de cuerpo y alma con pensamiento reflexivo propio y conciencia de clan, de tribu , de pueblo  o de gremio y empezó a mercadear,  con el uso del trueque, el intercambio de productos, mercancías o ideas del tú tienes y yo necesito así que; ¿cuanto?  .









La compra venta es ley no escrita, pero indudablemente desde entonces ha movido y mueve el mundo como la famosa palanca de Arquímedes; Dame una palanca y un punto de apoyo y levantaré el mundo.
Estas gentes; niños, hombres, jóvenes, ancianos, mujeres no porque ante el principio musulmán del mundo árabe de la división de sexos, las mujeres asumen el rol de sexo débil encargado de la casa, los hijos, los enfermos y el cuidado de los ancianos, y por tanto son ellos, los hombres los encargados del trabajo y conseguir los recursos necesarios para mantener la familia. Digo pues y retomo el hilo conductor de este mercadeo, que todos ellos forman parte de esta legión de militantes de la miseria que mercadean en el cambismo del todo a un Euro, aunque al final casi nada vale ese Euro que te piden y casi nunca se paga ese euro, ni se compra a ese precio, aunque no me cabe la mas mínima duda de que a la siguiente oportunidad se vuelva a embaucar al incauto turista que cae en el juego.

Y así continuamos escuchando la cantinela letal del "  todo a un euro", bueno, bonito y barato como forma de subsistir y combatir la miseria aunque ellos pagan un precio muchísimo más alto que cualquiera de nosotros; malgastando sus vidas en la calle, mientras incansables caminan persiguiendo grupos de turistas despistados cargados de cámaras fotográficos detrás de la banderola de un guía de cualquier tour operator, que de cuando en cuando se paran para hacer la foto del Japonés, disparar sus cámaras en un visto y no visto, mientras se enredan en el regateo.

De cuando en vez, el turista repara en la mirada perdida y triste de cualquier niño de manos negras carbón, y pies descalzos rebuscando en un montón de basura restos de nada, tal vez acabará por encontrar algo inservible que reciclar y cambiar por unas pocas libras, quien sabe, depende de la suerte del día, mientras te mira y su sonrisa preñada de dientes blancos se mezcla en un fundido en negro de miseria con la cara agrietada y reseca por el sol y los años pasados de un anciano  o tal vez no tanto, que sentado en el suelo se recuesta contra el muro mal encalado de una construcción, más bien chabola en estado ruinoso, en tanto varios perros famélicos, ni siquiera se molestan en levantar la cabeza a nuestro paso y permanecen postrados sobre el polvo de la calle sin mirarnos expresión máxima de desamparo y tristeza.

Más adelante entre miles de cachivaches y baratijas un niño juega a perseguir un gato mientras a nuestro lado pasan varias mujeres enfundadas en sus absurdos burkas, enlutadas de la cabeza a los pies, tan negras que ni los cuervos, negros sentimientos, corazones negros de los locos preceptos religiosos que exigen para ellas lo que no es para ellos.

Bueno, bonito, barato, todo a un Eurio, tu comprar, toma esto de mi....
Y te siguen acosando metiéndote sus mercancías por los ojos, seguros de que habrá cien noes, pero un sí, les supone tal vez la diferencia entre comer hoy o forzoso ayuno e ir tirando, es el toma y taca de este juego de vendo y compro, de toma y dame, de estos desarrapados que militan en el hambre, en este llamado tercer mundo, por los que disfrutamos de nuestro cómodo primer mundo, los turistas occidentales de cámara y euros para gastar en cosas inútiles, recuerdos, suvenires estúpidos e inservibles.


Ellos calzan sandalias de cuero gastado, visten largas chilabas y usan turbante, nosotros les compramos cosas absurdas entre foto y foto, entre si y no, mientras regateamos con regocijo, del todo a un Eurio, veinte, diez, cincuenta céntimos de nada y miseria. Recuerdos que lo más probable sea que con el tiempo acaben en el cubo de la basura de nuestras ciudades occidentales y de los que solo quedará el recuerdo, para dar fe de nuestro viaje de modernos aventureros, Marcos Polo de esta sociedad de la opulencia que lo corrompe todo, en su globalización de mercados y mercaderes, y seguimos observando con ojos de gato pardo, abiertos de par en par, estas gentes, sus gestos suaves, su andar cansino, su lengua dura y agria como sus vidas, sus cuerpos sucios, su mirada sin brillo, la luz inmensa de sus tierras, sus palmeras, sus arenales, sus dunas, el adobe de sus casas inacabadas, e exotismo de lo desconocido que pasa delante de nuestros cómodos sofás mientras los contemplamos con aire de suficiencia cómodamente instalados en nuestras torres de marfil acristalada para no contaminarnos, y entre tanto de cuando en vez, compramos sus baratijas, sus collares, sus falsificaciones de papiros, brazaletes, lo que sea que venden, y nos dejamos ir entre las callejuelas de sus bazares mientras detrás nuestra continuamos escuchando su cantinela cansina;
Amigo, amigo, todo un Eurio, toma, coge, bueno, bonito, barato...

Y aunque no lo parezca todo esto es tan real para ellos, como su propia ausencia de futuro y esperanza y su vida en las calles, y  entre trueques, compra venta, mercadeos, regateamos nuestros Euros y su hambre.
Angel Utrera        


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