TERESA DE ESCORIAZA.....(.MUJERES CON CORAZON.).

Corresponsal durante la Guerra del Rif, colaboró en publicaciones como La Libertad, Mundo Gráfico o El Eco de Galicia. Se considera que dio el primer discurso feminista a través de la radio en la historia de España. Fue autora de obras como Del dolor de la guerra: (crónicas de la campaña de Marruecos) (1921) o El crisol de las razas (1929). Vivió en Estados Unidos, donde se instaló de forma permanente antes de la Guerra Civil, ejerciendo como profesora de español; se nacionalizaría estadounidense en 1938, decidió retornar a España unos años antes de morir. Teresa de Escoriaza es una de las primeras corresponsales en el extranjero de la historia del periodismo español y ejerció como reportera en la Guerra de África, en 1921. También fue una activa defensora de los derechos de la mujer. Su labor como pionera se observa, además, en su trabajo como profesora de español en los EE.UU. Vivió muchos años en Nueva York, ciudad en torno a la que escribió varias crónicas y una novela: El crisol de las razas (1929). Este ensayo investiga acerca de su biografía y su labor como escritora y docente.
Teresa de Escoriaza (1861-1968)
El periodismo y la enseñanza así como algún acercamiento literario conforman los tres ángulos capitales de la geografía laboral y profesional de la escritora Teresa María de la Concepción Escoriaza y Zabalza, nacida en San Sebastián el 9 de diciembre de 1891 y fallecida en la misma ciudad en completo anonimato el 18 de julio de 1968.
Sus padres, Blas de Escoriaza, secretario del tranvía de San Sebastián, y Dolores de Zabalza de ascendencia navarra, quisieron que Teresa de Escoriaza tuviera una formación esmerada y avanzada para una mujer de su tiempo. Tras estudiar bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros, se trasladó a la Académie de Bordeaux en Francia donde obtuvo el diploma de profesora de enseñanza elemental en 1910, más tarde convalidado en universidades de Madrid y de Liverpool.
La briosa personalidad de Escoriaza junto a su carácter inconformista y liberal, su deseo de mejorar sus condiciones de vida y las del género femenino, su ansia de libertad personal frente a la asfixiante sociedad española, así como su afán por conocer distintas culturas y formas de vida, la llevaron a embarcar con veintiséis años hacia Nueva York donde arribó el 3 de octubre de 1917. En Norteamérica, Teresa de Escoriaza comenzó a ganarse la vida impartiendo clases de español y de francés primero en Connecticut, parece ser que también en Bryn Mawr College en Pennsylvania y más tarde como Assistant Professor de francés y español en el Montclair State Teachers College en New Yersey, donde colaboró en torno a 1935 con Margaret B. Holz en la preparación del libro El patio de los naranjos; ese libro,  de Guillermo Hernández Mir, fue ganador del premio Gregorio Pueyo, con conversaciones, gramática, ejercicios y vocabulario para la enseñanza-aprendizaje del español.
Su vida dio un giro importante en Estados Unidos en los últimos meses de 1919 cuando pasó a formar parte del equipo de redactores del periódico La libertad, diario cercano al socialismo, para el que, con el pseudónimo Félix de Haro, ejerció como corresponsal escribiendo una serie de crónicas en la sección “Desde Nueva York” muy exitosas y comentadas; en ellas trató distintos aspectos y realidades de la vida y la sociedad norteamericana.
Desde este momento hasta el estallido de la Guerra Civil española Teresa de Escoriaza compaginó paralela y encadenadamente sus ocupaciones docentes en Estados Unidos con sus labores periodísticas en España.
En los primeros meses de la década de los años veinte, el periódico La Libertad cambió a Teresa de Escoriaza de sección. Se vio obligada a dejar sus crónicas neoyorkinas, estuvo al cargo durante un breve lapso temporal de la sección “Femeninas” y poco tiempo después fue enviada como corresponsal de guerra al norte de África para relatar los acontecimientos bélicos de la guerra española con Marruecos.
Durante todo el mes de septiembre de 1921 en la sección titulada “Del dolor de la guerra”, La Libertad reprodujo las crónicas bélicas de Escoriaza, unos artículos caracterizados por su atenta sensibilidad femenina y por mostrar el trágico y doloroso panorama de destrucción, desolación y muerte que ofrece cualquier conflicto armado desde una óptica de mujer; ella, alejada de los datos y episodios bélicos más llamativos, se distingue por atender a los aspectos más dolorosos de la guerra: descripción de las muertes, la situación de los soldados heridos, la tragedia de la destrucción de casas y familias…. Pocas semanas después, en los últimos compases de 1921, todas estas crónicas fueron recopiladas y publicadas en un volumen titulado Del dolor de la guerra (Crónicas de la campaña de Marruecos) con un prólogo de Antonio Zozaya compañero de Escoriaza en la redacción de La Libertad.
En 1922, Escoriaza escribe en el diario Informaciones para el que trabajó con artículos de calado sobre diversa temática aunque sus contenidos tengan como elementos constantes la defensa de la mujer y del feminismo así como análisis que muestran su cultura, su inteligencia y sus agudas aptitudes para la observación y expresión de ideas y motivos candentes en su tiempo.
El nombre de Teresa de Escoriaza apareció en otras publicaciones periódicas y medios de comunicación dependientes del grupo de Juan March como “Radio Ibérica”, donde participó en la emisión de un ciclo de conferencias para mujeres y en un curso de francés que fue el germen de un manual de francés, Curso elemental de francés, publicado por Escoriaza en 1925. A raíz de estas actividades radiofónicas, la periodista y docente donostiarra es considerada no sólo como una de las primeras voces femeninas de la radio en España sino como pionera en la defensa del feminismo a través de las ondas por sus conferencias en pro de la defensa y vindicación de la mujer; además es  precursora de la radio educativa por su curso de francés.
Años más tarde se puede encontrar la firma de Teresa de Escoriaza en la sección “Páginas de mujer” del semanario Mundo gráfico donde, junto con asuntos considerados propios del público femenino, como moda, belleza y decoración del hogar, la escritora aprovechó sus páginas para ofrecer artículos de fondo político, social y vindicativo lo que da muestra de su pensamiento, de su acción pública a favor de las mujeres y de los cambios que algunas escritoras querían introducir en la sociedad española del momento.
Su relación con la escritura no se ciñó estrictamente al ámbito del periodismo. Teresa de Escoriaza fue autora de la traducción de la novela francesa La corte de las damas, de Marie Deschard, en 1922, para la editorial Eva. En 1929, prologó una pequeña Antología de mujeresen la colección “Los poetas” para la cual confeccionó una somera aproximación a Carolina Coronado en que relacionaba la actividad de la poeta extremeña con algunas ideas sobre el feminismo, el trabajo de la mujer y su valor y condición en la sociedad; además, ese año publicó una novela aparecida en la popular colección “Los novelistas” titulada El crisol de las razas, cuya trama, centrada en Nueva York, ofrece una visión inquieta y un tanto desoladora del futuro: muestra  los contrastes de la gran urbe norteamericana y entrelaza los problemas y conflictos sociales e ideológicos de diferentes clases sociales con su propia inclinación hacia las doctrinas ideológicas revolucionarias rusas.
El estallido y resultado final de la Guerra Civil española hizo que Teresa de Escoriaza, vinculada ideológicamente con posiciones liberales y republicanas, fijara definitivamente su residencia en Montclair (Nueva Jersey) en la costa este de los Estados Unidos. Allí obtuvo la nacionalidad norteamericana en 1938 y siguió ganándose la vida gracias a sus clases de español y francés en el Montclair State Teachers College donde llegó a ser una de las profesoras más conocidas, admiradas y populares hasta su jubilación. A pesar de no haber contraído matrimonio, en su definitivo asentamiento en Estados Unidos no vivió sola, ya que su hermana y su sobrina, también exiliadas como consecuencia de la derrota republicana, consiguieron un salvoconducto para poder abandonar España, encontrarse con ella y residir a su lado.
La periodista y docente donostiarra se jubiló en 1959 y, después de residir por un corto espacio de tiempo en California, regresó a España donde murió casi en el anonimato el 18 de julio de 1968. Segun nos cuenta Blas Sánchez Dueñas, en su blog, sobre escritoras españolas, Antologia didactica.

PÁGINAS DE LA MUJER
 POR TERESA DE ESCORIAZA-- La mujer vale tanto como el hombre .

El conocido novelista Michel Arlen ha dicho que pasará medio siglo antes de que los hombres acepten a las mujeres como sus iguales. Sin embargo, en este pasado medio siglo, la mujer ha dado tan grande avance que ha logrado alcanzar al hombre y colocarse a su mismo nivel, tanto por su resistencia física como por su capacidad intelectual. No es esta que hacemos una afirmación gratuita, y menos tendenciosa, sino que hemos llegado a semejante conclusión después de mucho tiempo de estudiar el problema, tomando por observatorio los establecimientos docentes, donde muchachos y muchachas estudian las mismas asignaturas y se entregan a los mismos juegos, en un país donde la mujer, para su desarrollo físico e intelectual, no tropieza con las trabas de los prejuicios milenarios, como son los Estados Unidos. Si éste es el caso, es decir, si al entrar en el campo de la lucha por la vida hombres y mujeres se hallan igualmente preparados, ¿por qué, entonces, en la mayor parte del mundo, aquéllos hallan toda clase de facilidades, y a éstas han de ponérseles todo género de obstáculos que las impidan vivir, como no se trate de dedicarse a las llamadas «labores propias de su sexo»? Recientemente han sido las mujeres belgas las que han levantado la voz pidiendo justicia en sus derechos al trabajo, atropellados. Y en esta petición han entrado representantes de las tendencias más diversas: socialistas del partido obrero, liberales de Asociaciones burguesas, comunistas de la Federación del Open Dor, feministas cristianas, intelectuales sin afiliación a ningún partido. La persecución al trabajo femenino procede de muy diferentes sectores, y en todas partes reviste los mismos caracteres. Así, la Iglesia lo hace en virtud de que el sitio de la mujer, de la esposa, de la madre, está en el hogar; los Gobiernos deflaccionistas, con el 1 Teresa de Escoriaza: “La mujer vale tanto como el hombre”, «Páginas de la mujer», en Mundo gráfico, 27 de noviembre de 1935, p. 21. «Páginas de la mujer» fue una sección dedicada al público femenino del semanario Mundo gráfico propiedad de La Papelera Española que estaba dirigido a un público popular y era competidor directo de Blanco y Negro. Teresa de Escoriaza colabora en este medio y en esta sección entre 1928 y 1936 con artículos de todo tipo que tratan desde moda hasta decoración pasando por problemas laborales, el valor de la mujer, la mujer y el hogar o la maternidad. En este artículo la escritora donostiarra realiza una defensa del valor del trabajo femenino y de la dignidad de los salarios y de las condiciones laborales de las mujeres para lo cual, además de criticar la falta de oportunidades de trabajo para las mujeres, aboga por la creación de sindicatos que defiendan el trabajo femenino y apunta a que ni los principios ideológicos más enraizados pueden conculcar el derecho elemental que tiene todo ser humano a ganarse la vida con su trabajo. fin de introducir economías, establecen diferentes escalas de sueldos para los funcionarios públicos, según éstos pertenezcan a uno u otro sexo, o excluyen en absoluto a la mujer de las colocaciones del Estado; los obreros mismos, so pretexto de que la mano de obra femenina está mal pagada, hacen la guerra al trabajo de la mujer, con objeto de que no se rebajen aún más las condiciones del trabajo. Todos estos motivos, que a primera vista pueden parecer razonables y justificables, considerándolos con un poco de detenimiento, se descubre que son dictados por todo, menos por la razón y la justicia. Así, por ejemplo, el impedir que la mujer que no tiene otro medio de vida que su trabajo entre en la fábrica, en el taller o en la oficina, es condenarla al hambre o lanzarla a la prostitución (y por esto entendemos entregarse con miras interesadas al otro sexo: venderse, en una palabra, ya sea dentro o fuera de las leyes divinas o humanas, dentro o fuera del matrimonio eclesiástico o civil), es someterla a la esclavitud de las industrias caseras, del trabajo a domicilio, el más duro y peor retribuido. Todo lo cual es anticristiano y antisocial, ¡antihumano!, ya que va contra todas las doctrinas y principios del Cristianismo y del Socialismo y de los sentimientos más elementales de Humanidad... Ni la desintegración del hogar, ni el paro masculino, ni la depreciación de la mano de obra se remediarán echando a las mujeres de las oficinas, talleres y fábricas, sino que con ello sólo se conseguirá agravar el mal, llegando, por ello, a faltar el pan a mayor número aún de familias y haciéndose todavía más rápida la desintegración de éstas. El único modo de protegerse contra estos males es atajando de raíz los abusos de los explotadores del trabajo femenino, por medio de Sindicatos que lo reglamenten, y haciendo entrar en ellos a las mujeres trabajadoras, para que trabajen en las mismas condiciones que los hombres, ya sea dentro de su casa, para los que opinan que la mujer no debe abandonar el hogar, y fuera de ella, sin que rebaje las condiciones del trabajo. Pero lo que no se puede, ni en nombre de Cristo, ni en nombre de Marx, ni de nadie, en el cielo y en la tierra, es privar a la mujer, por ser mujer, del derecho elemental que tiene todo ser humano a ganarse la existencia.

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