FELIZ CUMPLEAÑOS, ANGEL UTRERA
En su poema Oda a la edad, decía el poeta Pablo Neruda;
Yo no creo en la edad.
Todos los viejos
llevan
en los ojos
un niño,
y los niños
a veces
nos observan
como ancianos profundos.
Cumplir años esconde sin duda
un contrasentido inevitable, porque
resulta imprescindible vivir para ir acumulando años de edad y ese mismo
transcurrir del tiempo es el que nos va haciendo cada vez más viejos, torpes y
pesados y descreídos.
Decía un buen amigo mío con varias copas de más, una noche de lengua fácil en esa hora bruja de las confianzas, en la que el alcohol desata las inhibiciones y los temores mas ocultos, que la experiencia, la sabiduría, la mesura y la paciencia son privilegios de la edad que se han ido adquiriendo a pesar nuestro porque si, y sin darnos cuenta.
Es natural, o debería serlo,
que nos lamentemos con el tiempo, un día u otro, de que ya no somos el que éramos y aunque al mirarnos
de frente al ir a afeitarnos colocados delante del
espejo de nuestro cuarto de baño sigamos viendo ficticiamente aquel joven
alegre, despreocupado, valiente y vital que fuimos un día, y no nos
reconozcamos en esa cara triste, arrugada, con ojeras y de pelo blanco escaso
que nos mira sorprendidos y aburridos las mas de las veces, la realidad es que
no hay vuelta de hoja, hemos ido envejeciendo al mismo ritmo que cumplíamos uno
tras otro año a año, y debemos alegrarnos porque eso significa inequívocamente
que seguimos vivos, y vivir es lo único que importa.¿ No les parece? .
Por eso no resulta demasiado
agradable que llegue el día señalado en el calendario, como el de tu llegada al
mundo, el de tu salida del vientre cálido de tu madre a ver lo que se cocía por
aquí, sin billete de vuelta ni posibilidad de arrepentimiento hace ya demasiado, o demasiado poco,
quien sabe, porque la única certeza que
nos queda, la única y autentica realidad es que nacemos para morir un día,
polvo al polvo, olvido y desaparición en la noche de los tiempos cuando ya no
quede nadie vivo para guardar tu recuerdo.
Por eso señalo en el
calendario de mi historia por razones que solo a mi competen e interesan,
determinados das de determinados años; los Quince, los dieciocho, los veinte y
tres, los cuarenta, y seguramente si llego, dejaré señalado en una hoja de ese
calendario mío inventado y muy personal,
los sesenta y cinco.
Entre tanto digo como el
poeta; "Confieso que he vivido", más bien que voy viviendo, ya no soy
el que era pero tampoco lo pretendo, aunque lo echo de menos sin duda que sí.
Angel Utrera
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