PIECECITOS DE PEREGIL. (IÑAKI URDANGARIN).

 


PIECECITOS DE PEREGIL.-

Intentar ser imparcial cuando se pretende hacer la crítica literaria de un libro, resulta en ocasiones una ardua labor, ingrata a veces y otras quedas con la sensación de no haber sabido transmitir todos los sentimientos que la obra analizada pudo provocar en el lector, que se arroga el derecho de crítica petulantemente, sobre todo cuando de poesía hablamos.

Este vano intento, se complica hasta el infinito y mas allá cuando además el invento resulta que ha sido parido y gestado desde el corazón por el autor, al que defino como mi amigo desde la admiración y el respeto por su valor y el trabajo bueno y generoso emprendido desnudando su espíritu y poniendo grano a grano una inmensa montaña de epítetos y calificaciones que desprenden vitalidad, que saben a vida, que huelen a dolor y que rezuman deseo y verdad.

Hablo de esta "Opera prima", que me llegó desde lejanas pero cercanas tierras, hace ya unos días y que he estado leyendo y releyendo con la pretensión de desmenuzar lo imposible, de meterme hasta el fondo de todas y cada una de estas palabras que se transforman musicalmente en un verso, y mueren en un libro de poema; "Piececitos de Perejil". Poesía  de la buena, buena y autentica por los cuatro costados.

Fragilidad, levedad del ser, encantamiento, hechizo, sinfonía de versos "Para un amigo de alma", porque es el alma mismo de este autor novel; Iñaki Urdangarin, el bueno, como el mismo dice, cansado de aclarar que no tiene nada que ver con el otro, lo que se nos regala en todas y cada una de estas páginas ilustradas desde el confinamiento.



Piececitos de Peregil es y sabe a anís, a arándanos, a paludu y canela en rama, a algodón dulce de feria, a romero y tomillo del monte, Piececitos de Peregil sabe a todo eso que nos traen los recuerdos del pasado, los de verdad, los entrañables, los que no se pueden olvidar porque son auténticos, los primeros, los de siempre: Aquellos ojos que nos miraban limpios, el calor tibio de la mano de la madre, el pecho abierto desnudo de la amante que se entrega, las carreras al viento en bicicleta, el vuelo suave de un ave, el murmullo de las olas en la playa, le línea roja difuminada que nos llama más allá del horizonte en la puesta del sol. Tu amigo lector ya sabes de sobra de lo que hablamos.

Piececitos de Peregil, es encararse con uno mismo y con lo desagradable, enfrentarse cuerpo a cuerpo con el miedo y la tristeza, con el fracaso del que sabe que nunca va a poder hacer tanto como añora, tanto como quiere, tanto como ama, pero que no se rinde, porque;¿ de qué sirve rendirse?. Tan solo nos vale mirar hacia adelante, apretar los puños, y pelearse con los sentimientos, con el dolor, con el miedo, buscando los miles de buitres callados que vuelan sobre nuestra cama y enturbian hasta desaparecer la ilusión y los sueños.


Iñaki ha cumplido un sueño, son muchos, o tal vez pocos, los que ha ido cumpliendo, pero sabe que el camino es largo y aún le quedan muchos escalones por subir, demasiadas escaleras por bajar, tantos puentes por cruzar, que sus piececitos de peregil están obligados a pisar, que tal vez, estos y los futuros versos que broten del manantial de su vida sean campos de fresas, cielos emborregados, o tal vez océanos furiosos rompiendo contra los acantilados de la incomprensión, de la desigualdad, de la ausencia de oportunidades que los mezquinos esgrimen para aplastarnos. Quién sabe.

De momento Piececitos de Peregil, nos trinca, nos atrapa, nos agarra,  engulle y se nos traga mientras nos lleva de la mano en loca carrera y desenfreno, en ocasiones, en dulce paseo de verano refrescándonos bajo la suave brisa del fresno, o mientras sentados a la sombra del Magnolio jugamos a la alegría y descansamos.  

Esta primera obra, este hermoso libro tan cuidado como el texto, tan profundo como las palabras que nos regala, tan intenso como los sentimientos que transmite y duele y sangran y te curan y sugieren e inventan fantasías de noches de insomnio y mañanas de futuros cargadas de avaricia generosa de ternuras, esta primera obra, repito es un preámbulo porque el poeta nace y brota espontáneamente en la necesidad de sentir y contar cosas.


Decía Federico García Lorca en el prologo de su único libro en prosa, por cierto el primero de sus trabajos editados en 1918, que;

La poesía existe en todas las cosas, en lo feo, en lo hermoso, en lo repugnante; lo difícil es saberla descubrir, despertar los lagos profundos del alma.

Este libro, estos "Piececitos de Peregil", que saben a hierba buena, despiertan los lagos profundos del alma, y de qué manera ¡

Lo admirable de un espíritu, de un corazón libre, de un alma pura está en recibir una emoción, cualquiera emoción y saber interpretarla, asimilarla, cuidarla, hacerla crecer y transmitirla una vez madura, sementando en el que la recibe gratitud, comprensión, cariño, solidaridad y empatía, a la vez que admiración.

Pues Piececitos de Peregil, es ese lago de aguas profundas del alma, en las que el lector está obligado a nadar y bucear pretendiendo poner al descubierto  sus profundidades perdiéndose en la sincera admiración que emana de estos piececitos, que caminan por entre los senderos de la poesía, sin zapatos de cristal, porque son de peregil.

Como bien nos dice el propio autor;

He aprendido con el tiempo, que no hay nada mejor para asumir y poder convivir con los miedos y las sombras, que devolverlas en plena digestión para volver a ingerirlas tras haberlas amasado, una y otra vez, con tus propias manos hasta darles una forma acorde con tus propias entrañas....

Y para todo ello nada mejor que la escritura para llevarlo a cabo.

Pues si colega estoy contigo y repito contigo:

Cuando los rayos del sol regalan colores

la naturaleza convierte la energía en imágenes

y el hombre hace de ellas............ARTE.        




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